La pintura ha sido realizada y donada a la ciudad por el artista César Díaz Naya
El retrato del rey Felipe VI ya preside el salón de plenos del Ayuntamiento de Castellón. Se trata de una gran obra, una pintura del artista César Díaz Naya, donada a la ciudad, como un homenaje íntimo y personal. Porque el pintor que cambió el Cantábrico por el Mediterráneo se siente, sobre todo, de Castellón. El acto ha estado presidido por el alcalde, Alfonso Bataller y el presidente de las Cortes Valencianas, Alejandro Font de Mora. El cronista de la ciudad, Antonio Gascó ha realizado la mejor presentación.
Esperanza Molina/Castellón Información
El salón de plenos del Ayuntamiento de Castellón, ya dispone de un retrato del rey Felipe VI, colgado en el mismo sitio donde la pintura de su padre, Juan Carlos I, del pintor Catalá, lució durante más de cuatro décadas.
El cambio del Jefe del Estado, la abdicación planteada hace ahora un año por Juan Carlos I, y culminada con el nombramiento Felipe VI en el mes de junio, exigía a las instituciones la retirada de las pinturas del rey que había presidido la llegada de la democracia española.
Una abdicación, que fue recibida con cierta sorpresa, planteó entonces la necesidad de solicitar al Ministerio un retrato del nuevo Rey, para que presidiera la institución. Son fórmulas protocolarias, medidas y aceptadas… pero lo cierto es que Juan Carlos I dejaba un hueco difícil de llenar, y difícil de solventar.
Difícil de llenar, porque su retrato, de grandes dimensiones, sujeto a la pared de la presidencia del Salón, sobre un fondo de cortinas verdes, no podía ser, sin más, sustituido por un cuadrito fotográfico del nuevo monarca. Hubiera quedado ridículo. Por esta razón, el retrato de Felipe VI se colgaba discretamente junto a la entrada del salón, junto al estrado de oradores.
Durante meses, la pared verde de la presidencia se ha encontrado desnuda, vacía. Y Mientras, el otro problema era donde reubicar el cuadro de Juan Carlos I, porque entre los protocolos y las dimensiones de la pintura… no resultaba sencillo encontrar y decidir cuál era el mejor lugar para el monarca honorario.
Al final, Juan Carlos I encontró su sitio. O lo encontró el Ayuntamiento. Y de rey que presidía la sesión, pasó a ser el más ilustre portero que el edificio municipal podría haber tenido nunca… Junto a la entrada y semi escondido junto a la escalera de mármol.
Hoy, sin embargo, el hijo ha ocupado por fin el hueco que llenara el padre, con todas sus dimensiones y con la mayor solemnidad.
El pintor ha sido el artista César Díaz Naya, que ha pintado a un rey joven, mediterráneo, con la playa y el mar de fondo, y con una bandera española, lateral, que intenta darle movimiento al conjunto de la imagen. Un retrato en el que Felipe VI muestra un gesto íntimo y de complicidad con un Castellón, que ha acogido de forma dividida el obsequio de Díaz Naya.
Porque la obra ha sido la mejor donación y el mejor regalo que el pintor de los dos mares podría hacer a la que considera su tierra y su ciudad. “si, reconoce, yo nací en la Coruña, pero yo soy de Castellón”.
Díaz Naya, octogenario ya, es, sin duda, uno de los mejores retratistas que ha dado la historia moderna. Es una de esas personas que, aparentemente no envejecen, siempre con su cabello blanco, y esa mirada entre ausente y divertida, que analiza y satiriza, a la vez que mide y valora cada detalle y cada situación que encuentra a su paso.
“No me gustaría que se entendiera este gesto, desde el análisis de lo político”, comentaba en su breve discurso. Y es que la política, y más a pocos meses de elecciones, claro que tenía mucho que decir en el evento.
Una representación del Psoe ha marcado el respeto que le merece la ciudad y esta donación, sean monárquicos o republicanos. El PP estaba casi al completo. Los asientos vacíos del Bloc y de Izquierda Unida señalaban, que por mucho regalo y simbolismo, el corazón no está ‘partío’, como dijera el cantante. Si republicanos, hasta el final.
Se dice que la sociedad española ha sido más juan carlista que monárquica. Posiblemente, Castellón sea una ciudad que representa esta afirmación, que lejos de lo que pueda parecer no es ninguna contradicción. No ser monárquico tampoco representa ser republicano. El castellonense solo quiere que lo dejen en paz para sacar su vida y a su familia adelante. Aspira a ser lo que es, castellonense e independiente.
Es esta una tierra que presenta demasiadas preguntas, interrogantes, que lo da todo y no tiene nada; o que lo tiene todo, pero siempre cabalga con la discreción de ese segundo plano, que se dobla como el junco para garantizar su supervivencia.
Gallego o no de nacimiento, Díaz Naya ha intentado recoger en su retrato lo mejor de sí mismo, lo mejor de su arte, y a la vez, el alma de un Jefe del Estado, que no oculta cierta ternura y picardía en su mirada. El retrato, la figura del nuevo rey es impecable. Díaz Naya también ha intentado buscar simbolismos en todo lo que rodea a la figura del monarca. Las luces y las sombras. La profundidad de un horizonte que se prolonga más allá de esa playa que bien podría ser la del Serradall; mar tranquilo de ola pequeña, que seduce al caminante y que lame suavemente una orilla poco definida, como lo son las de las playas de Castellón, donde parece que el mar no llega nunca y pueden pasar años hasta que el agua tibia te envuelve por completo.
El acto de la presentación del cuadro ha estado dirigido por el cronista de la ciudad, Antonio Gascó. Nadie mejor que él para recordar la solemnidad de este salón de plenos y de la historia del Ayuntamiento.
A partir de este medio día, Juan Carlos I sigue guardando la entrada pero Felipe VI ya se ha vestido del verde de Castellón y Díaz Naya es ya pintor de un solo mar.
