José Antonio Rodríguez. Asesor Fiscal.
Por fin se acabó la campaña electoral, todos a por nuestro voto para gestionar la cosa pública durante los próximos cuatro años tanto en ayuntamientos como en bastantes comunidades autónomas.
Hemos oído muchas cosas, leído otras tantas y ante todo hay que reconocer que los grandes mitineros han sido los medios de comunicación, particularmente las cadenas de televisión.
Han habido ofertas de lo más variopintas, no me negarán que curiosa es la última de Monago, subvencionar detectores de humo que eviten percances en los hogares de jubilados que utilizan braseros como sistema de calefacción o lo del hip-hop..., vaya hombre.
También hemos tenido proclamas contra la casta que ya empiezan a sonar trasnochadas después de haberse desinflado, hasta las palmas de su líder lo parecían en los últimos mítines.
Un clásico ha sido la proclama de "todos contra el PP", pidiendo el voto para echarlos fuera, son ellos quienes tienen la mayor cuota de gobierno en todo el Estado, tanto en ayuntamientos como en autonomías.
La no investidura de Susana Díaz en plena campaña electoral, la frialdad con Sánchez en Alcalá de Guadaira o el buen ritmo que en la campaña ha ido adquiriendo el secretario general del PSOE merecen destacarse.
Albert Rivera se ve ya como el dueño de la bisagra en casi todas partes y con derecho a poner condiciones de orden interno en los futuros pactos, como el exigir primarias al PP. Tal ha sido la avalancha de candidatos que ha tenido que tirar de google para comprobar que no se les colaban imputados o esquiroles.
Izquierda Unida y Rosa Díez han luchado por no desaparecer del mapa político parlamentario y en la medida de lo posible continuar con su discurso que en ambos casos lo ha sido sin acritud y con una sobriedad en el discurso poco habitual en el Sr. Cayo Lara.
Quien gobierna, sabe que va a perder, pues perder es obtener peor resultado que el actual y eso va a ser así. La corrupción se ha cebado particularmente con ellos. Muchos años en el poder han generado corruptelas y la corrupción de algunos de sus gestores que no pudieron resistirse a ver pasar contratos y dineros sin pedir una mordida. En estos últimos cuatro años le han salido demasiados enanos, algunos enormes gigantes que no han hecho sino empañar una gestión excelente en muchos casos, en la peor etapa económica de nuestra democracia y teniendo en muchos de los gobiernos autonómicos a buenos gestores con programas coherentes que gustaron a los españoles.
No pusieron los controles suficientes para que incluso los primeros espadas fueran controlados y eso tiene un precio, el de mañana.
Hoy día de reflexión o casi, de silencio político seguro, de manifestaciones no permitidas por su repercusión mediática, aunque mucho me equivocaré o esos medios de comunicación lo aprovecharán ,esgrimiendo la libertad de prensa, para convertirlo en el último día de campaña, arrimando el ascua a su costal o lo que es lo mismo arañando el último voto.
