Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.
Hace unos días, y aunque la noticia pasó desapercibida en medio de la vorágine política, se hizo público que el director norteamericano Francis Coppola fue galardonado con el premio ‘Princesa de Asturias’. Coppola es sin duda el mejor director de cine vivo, y el autor de algunas películas que serían equivalentes en otras artes a obras maestras de la pintura como Las Hilanderas o las obras de Wagner.
Coppola dirigió en 1974 El Padrino II parte, considerada por muchos críticos la mejor película de la Historia, y un fresco absolutamente impresionante, en el que uno descubre cada vez que la vuelve a ver nuevos matices, de la Historia de Estados Unidos. Por su puesto, entre sus obras maestras también encontramos la I parte de El Padrino o Apocalypse Now, una película que basándose en ‘El Corazón de las Tinieblas’ de Conrad, logró reflejar mejor que ningún libro lo que fue la locura y el horror de una guerra. Otras obras maestras del director norteamericano son ‘The Outsiders’ y ‘Rumble Fish’, esta última una película rompedora en todos los sentidos, una ‘cult movie’ para toda una generación y que merece ser descubierta una y otra vez.
Y no podemos dejar de mencionar entre sus grandes films a ‘One from the Heart’, titulada miserablemente en España ‘Corazonada’, una bellísima película de amor que arruinaron sus estudios, los Zoetrope. Su última obra maestra, y es algo que hace reflexionar sobre la volatilidad del genio, es de hace ya más de dos décadas; se trata de ‘Drácula’, donde le da la vuelta al mito del Vampiro y que se puede resumir en esa mítica frase dirigida a su amada Mina; “He cruzado Océanos de Tiempo para encontrarte”.
Pues bien, si se pregunta a cualquier joven de 18 años sobre Coppola y su filmografía la respuesta, con toda seguridad, será el silencio. Y es que nuestros jóvenes son la primera generación que desconoce de forma absoluta el cine clásico, algo que no es culpa suya, que es culpa de unas cadenas de televisión generalistas que detestan todo lo que huela a cultura y de unos canales temáticos dirigidos a jóvenes que ignoran el cine. Y también es culpa nuestra, de los padres, y de un sistema educativo que ni siquiera se molesta en programar un visionado obligatorio de films para los estudiantes. Y créanme, estamos hurtando que muchos jóvenes sepan y paladeen lo que ha sido el principal arte del siglo XX y sus obras maestras. Y esto tarde o temprano lo lamentaremos. De hecho, ya lo estamos lamentando.