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miércoles, 18 de diciembre de 2024 | Última actualización: 10:47

El combinado

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Rafa Cerdá Torres. Abogado.

Durante este sábado los resultados ofrecidos por las elecciones municipales del pasado 24 de mayo dejaron de ser números y estadísticas, para convertirse en los rostros de aquellas personas que durante los próximos cuatro años ocuparan las sedes de los Ayuntamientos.

El Partido Popular ha visto disminuida de forma cuantiosa una gran parte de su poder territorial, no obstante ostenta la condición de formación política más votada, y a una considerable distancia del segundo partido con implantación nacional, el Partido Socialista Obrero Español. A pesar de recabar un mayor número de sufragios, los populares no han conseguido retener muchas de las mayorías absolutas que ostentaba, creándose la paradoja que numerosas localidades estrenan un alcalde o alcaldesa del partido de la rosa, a pesar del castañazo electoral que las siglas del PSOE ha sufrido en estas pasadas elecciones.

La desaparición de las mayorías absolutas populares, ha supuesto un cambio en numerosas alcaldías de ciudades y pueblos que llevaban más de una década sin primeros ediles socialistas. Salvo en el caso de Vila-real, donde José Benlloch ha conformado una mayoría por méritos propios, el resto de poblaciones, una variada red de alianzas  de izquierdas ha aupado a los candidatos socialistas.

Las marcas locales de Podemos se han erigido como verdadera bisagra del cambio, apoyando los acuerdos programáticos pero sin ocupar concejalías en los nuevos equipos de gobierno. Esta fórmula de colaboración política es la vigente en Castellón, donde el tándem Amparo Marco-Enric Nomdedéu regirá la nueva etapa mediante la conformación de un gobierno municipal de coalición.

Desde 1991 el escenario de la capital provincial siempre ha estado dominado por consecutivas mayorías absolutas populares, que no han caído del cielo si no que fueron producto de la voluntad de las urnas. Las declaraciones paranoicas de ciertos políticos de nuevo cuño olvidan que en este país llevamos eligiendo ayuntamientos desde el año 1979, revistiendo las anteriores corporaciones municipales de la misma legitimidad democrática que los nuevos adalides de la libertad.

Nos esperan tiempos muy interesantes, con un alto nivel de expectativa popular. Los abusos de poder, el despilfarro en la gestión de los recursos públicos y los sangrantes casos de corrupción, han provocado el hartazgo de una gran parte de la ciudadanía, reclamando nuevas formas de ejercicio político sobre la base de la transparencia y la eficacia. Este ambiente propició el éxito electoral de plataformas sociales cuyo discurso reivindicativo y lleno de promesas, aupando a las mediáticas Ada Colau y Manuela Carmona a la condición de primer edil de las principales ciudades del país.

El mapa municipal de esta España nuestra se caracteriza por una eclosión de siglas y de coaliciones; un auténtico combinado cargado de retórica buenista, grandes promesas y mejores augurios. Una verdadera fiesta que alguien tendrá que pagar (a golpe de impuestos), y lo peor de todo: si al principio un buen combinado ‘sabe’ muy bien, después de la ingesta llega la terrible resaca... nos vamos a divertir.