Claudia Varella. Número dos de la candidatura Compromís-Podem-ÉsElMoment.
En los últimos tiempos el recorte en investigación ha rondado el 40%. Las universidades públicas están cojeando de una de sus principales patas, junto con la tarea docente y las fuertes implicaciones sociales de una y otra. Esto tiene una repercusión honda en el sistema productivo, que en sí mismo es causa y efecto.
El nuevo ministro de Educación, que tiene un título nobiliario de barón cuya raigambre nos llevaría al marqués de Cubas, comentaba recientemente que hay demasiados universitarios. A lo mejor, olvidó completar la frase: demasiados universitarios sobrecualificados y en paro. El escándalo de sus declaraciones nos recuerda que es el momento de recuperar la inversión perdida en I+D+i tan pronto como desbanquemos al gobierno actual. Porque en cuanto a acceso a la Universidad y a financiación para crear conocimiento, estamos más bien por debajo de la media de la Unión Europea.
Esa realidad no varía por mucho que se acerquen las elecciones y los viejos políticos pretendan regenerarse apuntándose discursivamente al eslogan menos-tasas-más-becas, pues lo que se ha visto en estos años ha sido justo lo contrario. A las becas, de hecho, las han puesto a régimen estricto, llevándolas a la mínima expresión.
Mientras han caído las dotaciones económicas, pensadas en su mayor parte para facilitar los estudios a las familias con menos recursos, las tasas han estado ascendiendo. Esto no pasa nunca por arte de magia: son los gobiernos quienes toman esas decisiones, decisiones que nos afectan a todas y todos. Si se le echa la culpa a la crisis, diremos una vez más que nada tiene por qué depender exclusivamente de las contingencias del mercado. El mercado no manda. Mandamos las personas.
Desde 2009 los ingresos por tasas universitarias han subido un 30%, incremento que, como vemos, no ha ido a parar a la investigación propia de la educación superior. Tampoco deberían estar destinados a la autofinanciación, ya costeamos bastante la universidad con nuestros impuestos. ¿Cómo vamos a desarrollar Castellón y sus comarcas si no reivindicamos mayores fondos para los grupos de investigación de nuestra única universidad pública, fuente fundamental de innovación junto con sus centros de transferencia tecnológica asociados? La juventud castellonense con talento y vocación investigadora está abandonada a su suerte. Mucha es discretamente expulsada al extranjero. El eufemismo que se utiliza es el de "movilidad exterior". ¿Acaso no se dan cuenta de que con esa política es harto difícil integrar a las y los universitarios en el tejido social de nuestros pueblos y ciudades? Normal que luego algunos digan que sobran quienes estudian y se esfuerzan, ya que quizás no quieran integrar a la mayoría. La mayoría, dicho sea de paso, no descendemos de Grandes de España.
La Universitat Jaume I y su propio esfuerzo inversor han cumplido 25 años, y al alumnado de nuestras comarcas y a sus familias hacer una carrera cada vez les cuesta más dinero. Directos al error los responsables de esto, irresponsables en cada una de sus consecuencias, por empezar imponiendo una falta de respuesta a las necesidades de nuestra sociedad, cuando la universidad pública ha de ser una las instituciones más interesadas en dar respuesta, precisamente, a lo que la gente necesita.
¿Se puede hablar de vida inteligente en un planeta de mentes inclinadas a desfavorecer la producción científica? Desde la candidatura Compromís-Podemos-És el moment creemos que no. Al mismo tiempo también sabemos que la posibilidad de cambio ha dejado de ser por fin una estrella remota. El tirón gravitatorio del 24 de mayo nos va a ayudar a demostrarlo. Tenemos la firme voluntad de acabar con la precariedad en la investigación. Vamos a meter en vereda el posicionamiento basado en el desdén a la ciencia y a la cultura. Ya está bien de euros robados a las personas a costa de estancar la evolución de nuestro pueblo.