Rafa Cerdá Torres. Abogado.
Recuerdo el estribillo de una pegadiza canción del grupo La Cabra Mecánica: "No me llames iluso porque tenga una ilusión"....frase que viene que ni pintada ante todo el desparrame electoral generado a cuenta de los resultados obtenidos en las Elecciones Generales del pasado domingo. Este país no dejará de sorprenderme: por un lado el pueblo soberano ha manifestado su alto grado de cabreo patrio con los dos tradicionales partidos, metidos hasta las cejas en trapicheos de toda clase y condición; pero por otra parte esos mismos cabreados ciudadanos, no acaban de otorgar una confianza mayoritaria a las alternativas emergentes, verdaderos cajeros automáticos de promesas de todo tipo y condición; configurándose un panorama de auténtico rompecabezas.
Todo muy español; sí pero no, o no pero sí, o según se mire. Vamos que no nos hemos aclarado....Transcurridas tres jornadas desde el recuento de diputados y senadores (menudo contraste; holgada mayoría popular en la bancada del Senado y pírrica mayoría minoritaria en la distribución de diputados), la pregunta del millón se formula sola: ¿y esto quién lo arregla?
Las combinaciones aritméticas arrojan resultados para todos los gustos, si la abstención de los grupos nacionalistas o de una parte del socialismo daría alas a un gobierno popular, o bien la conformación de un bloque de izquierdas al estilo portugués con cierto apoyo de las fuerzas soberanistas catalanas bajo la hipotética convocatoria del gran traído referéndum de independencia,...y así hasta el infinito, mucho logaritmo político que nos tendrá entretenidos por mucho tiempo. Quizás demasiado, y el tiempo es oro.
¿Por qué no afrontar la cuestión con valentía?, si los dos partidos mayoritarios: Partido Popular y Partido Socialista obtienen entre ambos una más que holgada mayoría, ¿qué les impide sentarse y plantear un gobierno conjunto?, ¿acaso la situación del país no lo justifica, con un problema territorial como el catalán de primera magnitud?, ¿no es patente que el sistema político emanado de la Constitución exige una reforma en profundidad?, ¿no es necesario apuntalar la recuperación económica con un mínimo de coherencia sabiendo qué políticas fiscales y de gasto público no deben abordarse?,...
Este momento histórico supone una espléndida oportunidad para que un gobierno de amplia coalición entre socialistas y populares, acometa las reformas que el país todavía necesita y afronte los desafíos territoriales y de regeneración institucional pendientes. Alemania ha optado por esta fórmula dos veces a lo largo de la última década, ¿sería de posible aplicación aquí? Ojalá el espíritu de concordia que presidió la Transición volviera de nuevo, y los enemigos que genera el sectarismo dieran paso a los adversarios que comporta la pluralidad. Ojalá...
Un Gobierno de Gran Coalición, fuerte, sólido y plenamente comprometido con los valores constitucionales de unidad y libertad. Como indicaba al inicio: "no me llames iluso porque tenga una ilusión"...