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viernes, 10 de enero de 2025 | Última actualización: 15:50

La vida sigue

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

En un viaje relámpago a Madrid, el primero que hago en el reinado de la alcaldesa Carmena, me encuentro con un panorama bastante penoso: mas manifestantes que nunca ante la sede del PP, mendigos a gogo, gente con aspecto inquietante plantada en esquinas inopinadas, personas que casi se hablan solas sobre lo mal que esta España, suciedad inusitada en una hermosa ciudad que, a decir verdad nunca se ha pasado de pulcra. Y eso sí, en un país con más de cuatro millones de parados, en lo alto del edificio del Ayuntamiento, campea un gran cartel, anunciando en inglés, para que el mundo entero capte el mensaje, "Refugiados bienvenidos".

Tráfico automovilístico y humano densísimo. El rascacielos de la Audiencia Nacional de la calle Génova -docena y media de pisos repletos de tribunales, salas y oficinas- acabado y sin duda muy activo.

FullSizeRenderPero no nos engañemos, junto a esa ceremonia de la confusión, Madrid sigue siendo la capital de los mil teatros, de los museos y galerías, de los establecimientos más lujosos y bien surtidos, el lugar donde se encuentra de todo y donde el paro convive con la hiperactividad.

Cuando llego a la capital creyendo que iba a enterarme del desenlace del gravísimo asunto de la financiación ilegal de Podemos, con fondos recibidos de dos de los países más impresentables del mundo, algo que en cualquier Estado serio y democrático del mundo hubiera llevado a desmontar la formación que se hubiera cimentado sobre esas bases, ¿Con qué me encuentro? Creo estar soñando: me encuentro con otra financiación ilegal que por lo visto durante décadas había venido perpetrando el PP valenciano. Dos docenas de encausados, tres ex presidentes de las diputaciones de Alicante, Valencia y Castellón encarcelados. Grabaciones de Alfonso Ruz contando miles de euros que instantáneamente traduce en millones de "pelas" algo que ya sabíamos desde hace meses hasta los más inocentes. Algo muy similar a las comisiones de Jordi Pujol y que vendría a dar la razón a quienes piensan que Valencia debería formar parte de la Gran Cataluña.

Lo que está pasando en España es algo inaudito. La primera ronda de consultas acabó sin resultados; el Rey comienza la segunda cuando los medios informativos rumorean que deberá disolver las Cortes e ir a nuevas elecciones que darían unos resultados semejantes a los del 20-D ¿Cuantas veces puede repetirse una consulta electoral? Docenas de ex Ministros de todos los signos políticos piden se forme una coalición constitucionalista que aísle a Podemos, grupo que -en especial Aznar y González- consideran una amenaza para España. Rumores de que quizá la solución sería colocar al frente del Gobierno a viejas glorias del tipo de Solana.

Y al mismo tiempo, los líderes de Podemos, los mismos que despreciaban las poltronas, los honores, las castas y los coches oficiales, se ponen de los nervios y acusan a la mesa del Parlamento de haberles relegado al gallinero del hemiciclo.

En fin, señoras y señores, la vida sigue igual, como cantaba el otro Iglesias. Cuando regreso a Castellón y conduzco a través de la autovía que me lleva a Benicàssim caigo en la cuenta una vez más que aquella magnífica carretera, una de las cinco o seis que unen a la capital de la Plana con mi querida localidad, una carretera provista de espléndidas farolas, aquella autovía está oscura como la boca de un lobo y recuerdo que incluso los taxistas rehúyen esa ruta ¿Para qué pagamos los impuestos? Hay que exigir que se ilumine esa ruta al menos parcialmente. Una avería o un accidente en esos nueve escasos kilómetros puede ser fatal. Está visto que no es necesario marchar a Madrid para encontrar anomalías. Nos sobran en nuestra tierra. Señores, que se haga la luz en España y también en la ruta entre Castellón y Benicàssim.