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viernes, 22 de noviembre de 2024 | Última actualización: 16:17

Yo también estoy 'encantado con Don Bosco'

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Miguel Bataller. Ciudadano del Mundo y Jubilado.

Desde poco después de llegar como alumno interno al Colegio Salesiano de Burriana en Septiembre de 1962, comprendí que entraba en un mundo educativo y una forma de entender la vida de los jóvenes bastante diferente a la que había vivido hasta entonces.

Con mis dieciocho años recién cumplidos y acabado el Preuniversitario, durante unos meses vivimos en el internado con todos los que estudiaban bachiller, mientras nosotros empezábamos en la Escuela Técnica del Comercio Frutero y nos convertimos en un atisbo de pseudos universitarios, dentro de una disciplina salesiana que se mostraba mas tolerante y comprensiva con nosotros, sin perder sus propias esencias.

Y para no coartar en exceso nuestra libertad, dentro de los límites que marcaba el sentido común, al poco tiempo nos buscaron acomodos en ambientes familiares adecuados en la ciudad, por cierto unas familias a las que llegamos a querer como nuestras después de mas de dos años de ser tratados exquisitamente por ellas.

Ese corto tiempo en el internado, me permitió vivir intensamente una vida especial, en la que los fines de semana me los pasaba o bien jugando a fútbol con los mayores o ejerciendo de arbitro en los partidos de los mas jóvenes, pero siempre conviviendo con los postulantes mas o menos de nuestras edades o incluso con los mismos Salesianos que me sorprendieron por su forma de saber alternar con el alumnado.

En aquella época nos ayudaba el deporte para ejercer esas relaciones de proximidad y afecto respetuoso, que se sublimaban durante las Olimpiadas Salesianas que solíamos celebrar a finales de Enero con motivo de honrar la memoria de Don Bosco.

Ahora por lo visto se suelen celebrar en Mayo en honor de Maria Auxiliadora.

Acabada mi vida estudiantil, tuve que enfrentarme con mi vida profesional y tan solo venía a Burriana en vacaciones navideñas y en verano, por lo que lamentablemente se rompió el cordón umbilical con el Colegio, pero el poso de lo que aprendí aquí, viajaba conmigo a donde quiera que yo fuera, porque ese espíritu abierto y esa alegría de vivir y de querer ver alegres a las personas de mi entorno nunca me abandonarían

Medio siglo después y jubilado, volví a vivir a esta maravillosa ciudad y afortunadamente para mi, tengo a dos de mis nietos educándose donde acabó el periodo formativo de su abuelo y por lo tanto estoy reviviendo de una forma muy agradable, aquella parte de mi vida, sobre todo durante el presente curso.

La celebración del 75 aniversario de la fundación del Colegio Salesiano en Burriana y el Bicentenario del nacimiento Don Bosco, han multiplicado la participación ciudadana en dichos eventos y  yo soy una de esas personas anónimas que cada año he ido a ver las representaciones musicales en las que participaban mis nietos o mis sobrinos componentes de ‘Dinamita Verda’ o ‘Porta Oberta’, y siempre valoré de una manera muy positiva esa labor de formación artística de nuestros jóvenes que venía a complementar la educativa y deportiva que ya eran conocidas por mi desde siempre.

Pero cuando he ido a presenciar el maravilloso espectáculo montado y perfectamente realizado por más de 100 componentes de la vida social del Colegio, me he quedado sorprendido y conmovido con ese portentoso musical  para honrar la memoria del Santo mas alegre y preocupado por la juventud que ha dado la Iglesia:

‘Encantados con Dos Bosco’

He podido ver con admiración encima de un escenario perfectamente organizado, hasta miembros de tres generaciones (abuelita, hija, hijo y dos nietas) honraban la memoria de Don Bosco, cantando y bailando con una ilusión y una entrega total.

Ver el gesto de satisfacción del patriarca de la familia, mi amigo Vicente Ríos sentado en el patio de butacas, me hizo muy feliz a mí también.

Lo he personificado en él, porque me llamó la atención esa implicación familiar, pero quiero que mi admiración y agradecimiento se haga extensible a todos los que llevaron a cabo este proyecto tan singular, porque todos ellos han aportado su grano o su montoncito de arena, para levantar este singular edificio dedicado al arte, a la cultura y a la alegría de vivir, ya que como decía Don Bosco, “una casa sin musica es un cuerpo sin alma” y con esa definición  se demuestra que si algo abunda en ese Colegio desde que yo lo conocí son alma y música.

Aquella ‘Sociedad de la Alegría’ que formó siendo un adolescente de quince años nuestro fundador, ha perdurado durante estos dos siglos y tanto ‘Dinamita Verda’, como ‘Porta Oberta’ y en general todas las actividades sociales que giran alrededor del Colegio y la Comunidad Salesiana, no son sino le proyección en el tiempo y para todas las edades de  aquel grupo original de quinceañeros.

Respecto al espectáculo en si, me haría falta un libro para poder expresar todos los detalles de agradecimiento a cada uno de los componentes  del mismo, pero para no extenderme en exceso voy a centrarme en algunos de ellos, en los que quiero que os sintáis todos  representados.

Quiero felicitar a  Pablo Pallarés, a quien no tengo el gusto de conocer, por su creatividad al componer música y letra del Himno del 75 Aniversario, ya que ha hecho vibrar a todos los presentes en cada una de las representaciones.

A Maria Elena Fernández, porque hizo una interpretación maravillosa e insuperable de un Padrenuestro  que yo desconocía pero nunca olvidaré, ya que su forma de cantarlo y expresar sus sentimientos al hacerlo, fue magistral.

Quiero felicitar de todo corazón públicamente a mi yerno, Rafa Miranda que me ha regalado dos nietos maravillosos (Marta y Oscar), que ha sabido formar una familia adorable junto a mi hija Belén, pero sobre todo en este momento quiero felicitarle  porque encima de un escenario ví a un Rafa para mi desconocido, venciendo esa timidez que le hace querer permanecer siempre en un segundo plano y demostrándome una faceta de cantante que nunca le supuse. Siempre supe de su amor por la música, pero desconocía sus capacidades como cantante y no sólo cantó, sino que me encantó como lo hizo.

Poco más puedo añadir, aunque no quiero acabar sin destacar las dotes de interpretación de Alex Clausell un perfecto narrador de la vida y sueños de Don Bosco.

De una Nela Castellet, nacida para directora de coreografía de cualquier gran espectáculo musical, que ha preferido formar y cuidar de una familia ejemplar y en general  de sus pacientes como fisioterapeuta.

Felicitar a esa Bosco Big Band que dio una categoría muy digna al espectáculo y en la que, cada uno en su instrumento, brilló totalmente y consiguieron hacernos felices a todos los presentes al tiempo que honraban  la memoria del Santo más cordial  y dedicado a la formación de nuestros jóvenes en los dos últimos siglos.

Y finalmente agradecer a Fernando Miranda como Director del Colegió su gestión al frente del mismo y felicitarle por haber sido participe del festival cantando y bailando como el primero, porque en definitiva esos son los educadores y formadores que quería Don Bosco para sus colegios.

Después de cincuenta años, me he dado cuenta de que mi corazón sigue siendo salesiano y yo, ni me había enterado.