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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 16:00

Semana de Pasión

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Marisol Linares. Ex diputada del PP.

Transcurría el año 313 cuando el emperador Constantino y Licinio firmaban el Edicto de Milán que daba la libertad de culto al pueblo romano y acaba con la persecución de los cristianos.

La memoria histórica de algunos políticos actuales debería remontarse al siglo IV de nuestra era, donde los políticos de esa época nos dieron ejemplo de respeto hacia los cultos y creencias. Es una paradoja que en una sociedad como la nuestra, 17 siglos después, haya políticos que, estén solo preocupados, como en algunas épocas anteriores, en perseguir o acabar con las raíces y costumbres de un pueblo como el nuestro que aunque aconfesional su población se manifiesta mayoritariamente católica.

Es incomprensible el desprecio hacia una religión, la católica, ya que el resto de religiones parece que no molesta a ciertos políticos y partidos cuyo afán rozando incluso el ridículo son capaces de atacar a los sentimientos de los católicos, amparándose en la laicidad.

Ejemplos como la alcaldesa de  Madrid, Valencia o Barcelona en las pasadas Navidades o entregando premios a personas que ofenden directamente la religión católica y ahora en la Semana Santa despreciando como ha hecho un alto ex cargo del PSOE que ha comparado la presencia de legionarios en Málaga, acompañando al Cristo Yaciente, con el estado islámico, rayan en la paranoia. Cuesta entender porque tanto odio hacia una religión que se preocupa y se dedica a trabajar por los más desfavorecidos de la sociedad.

Es irónico que, sean precisamente los partidos que se autoproclaman progresistas, los que atacan de forma incomprensible a los que de forma desinteresada y motivados por sus creencias religiosas ayudan a personas sin importarles sus pensamientos o creencias.

Se olvidan que los comedores sociales, albergues, centros para discapacitados, o mujeres y niños en riesgo de exclusión son gestionados y atendidos por la Iglesia Católica, solucionando de esta forma una  problemática social que debería ser atendía por los poderes públicos o por aquellos que se llaman progresistas.

Deberían leerse de forma pormenorizado el Edicto de Milán y tomar nota de lo que es la verdadera tolerancia y lo que supone un respeto escrupuloso a los sentimientos, creencias y religiones. Como ya decía el edicto hace casi dos siglos “Habiendo advertido hace ya mucho tiempo que no debe ser cohibida la libertad de religión, sino que ha de permitirse al arbitrio y libertad de cada cual se ejercite en las cosas divinas conforme al parecer de su alma…”

Mucho es lo que deben aprender aquellos que creen estar en posesión de la verdad y que nos dan lecciones de ‘libertad’. Solo hace falta haber estado estos días pasados en cualquier ciudad de España para darse cuenta del arraigo, el respeto y la participación de pequeños, jóvenes y mayores en procesiones de una Semana Santa que es el reflejo de las raíces y sentimientos de un pueblo.

De nuevo los electores a la hora de depositar su voto deberán valorar si merecen su confianza aquellos políticos o partidos que no creen en una democracia real donde el respeto, la libertad de pensamiento y la convivencia son los pilares básicos para seguir viviendo en paz y  armonía tal y como refleja nuestra Carta Magna.