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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 15:48

Acompañamiento de adolecentes y jóvenes

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A los adultos nos cuesta escuchar a los adolescentes y los jóvenes con paciencia, comprender sus inquietudes y proponerles la vida cristiana con un lenguaje que ellos entiendan. Así lo indica el papa Francisco, en la Exhortación Evangelii Gaudium (cf. EG 105). En este sentido, cada día adquiere más protagonismo el acompañamiento personal en la pastoral juvenil. Quienes trabajan con jóvenes están descubriendo la necesidad de ofrecerles acompañamiento personal; y se sienten llamados a ayudarles para orientar su vida, mediante una relación personal caracterizada por la acogida, la escucha y la propuesta de medios para crecer en la vida cristiana. Es la respuesta a la necesidad de adolescentes y jóvenes de personalizar la fe en el contexto actual de secularización y de pluralidad de ofertas.

Este acompañamiento personal en la Iglesia hemos de situarlo en el marco de la Iniciación Cristiana. Recordemos que la Iniciación Cristiana es el proceso que, con la ayuda de la gracia, genera a un cristiano y crea comunidades cristianas. Para ser cristiano, la persona necesita ser iniciada en la experiencia de la fe, porque la fe es fruto del encuentro personal con Cristo vivo.

En el acompañamiento hay que poner a la persona del adolescente o del joven en el centro; y ha de ser acompañado en la totalidad de su persona. Es preciso tener una visión integral de la persona humana para ver lo humano y lo espiritual-creyente íntimamente unidos. Los bloqueos madurativos dificultan los procesos espirituales. Se ha de partir siempre de la persona en su situación concreta teniendo en cuenta sus raíces, su historia, sus sueños, virtudes y problemas. El acompañado ha de ser invitado a tomar la vida en sus propias manos, a asumir el riesgo de las propias decisiones y a ser protagonista de la propia historia. De ahí el valor de la escucha paciente, el diálogo sincero y la propuesta de un camino con etapas y metas, así como las actitudes de acogida, cercanía, respeto y apoyo, por pate del acompañante. Debemos estar convencidos de que Dios siempre nos busca allí donde estamos, en nuestra situación concreta.

El acompañamiento personal espiritual de adolescentes y jóvenes nos ha de interpelar a todos: sacerdotes, religiosos, laicos, padres y madres. Necesitamos acompañantes. Muchos adolescentes y jóvenes, necesitan ser escuchados y buscan progresar en su vida cristiana. La experiencia dice que solo quien se ha dejado acompañar podrá ser un buen acompañante, que ha de contar además con una buena formación teórico y práctica, pero también espiritual.