Un año más, ante la ausencia de organizadores de la festividad de Sant Antoni, el ayuntamiento ha decidido asumir el coste de la fiesta que tendrá lugar el próximo 17 de enero aunque con algunos cambios con respecto al año pasado.
La principal novedad es que los alcorinos que lo deseen podrán presentarse como candidatos para ejercer de clavarios/clavariesas, y de esta manera, ser portadores de la imagen acompañando a la tradicional y autóctona Recua Arriera.
Así pues, todo aquel que lo desee debe dirigirse en primer lugar a la parroquia para informarse de lo que implica ser clavario. En caso de aceptar las condiciones, los interesados deberán presentar su solicitud de ser clavario por escrito, y registrarla en el Ayuntamiento. El periodo para presentar las solicitudes finalizará el 11 de enero, posteriormente, el 13 de enero, se realizará un sorteo donde se conocerá el nombre de las cuatro personas que ejercerán de clavarios/clavariesas durante la festividad de Sant Antoni. Todas las solicitudes presentadas este año se conservarán en un listado por orden de registro y en el caso de que en 2015 el Ayuntamiento vuelva a asumir la organización de la fiesta, se dará prioridad al listado de este año.
Por su parte, el consistorio alcorino, para garantizar la continuidad de Sant Antoni, asumirá los gastos económicos del Prim y otros derivados de de su celebración.
Merche Mallol, alcaldesa de l’Alcora: “Desde el Ayuntamiento queremos abrir esta fiesta a la ciudadanía para que sea participativa, es una festividad tradicional que sufragará el Ayuntamiento con el objetivo de que la disfruten los vecinos”.
La importancia de la tradicional y autóctona Recua Arriera
La festividad de Sant Antoni es una mezcla de fuego, demonios, santos, esperpentos, teatro, gastronomía y animales. El acto cumbre, en cuanto a la villa ceramista se refiere, es la 'Recua Arriera', alcorina y autóctona, que desfila integrada en la célebre procesión junto con el resto de animales.
La Recua alcorina constituye una de las joyas mitológicas que perdura en el tiempo. Representa aquellas formaciones de mulos que en el S. XVIII servían como transporte para cargar la cerámica de la Fábrica del Conde de Aranda y venderla por toda España.
Precisamente se escogía a los mulos porque eran los animales más fuertes. Para la venta de la cerámica, transitaban campo a través, huyendo del bandolerismo que se apoderaba tanto de la mercancía como del dinero recaudado en las ventas.
La indumentaria que estos animales lucen cada año en la festividad de Sant Antoni es muy característica del s. XVIII, ya que constituye un ajuar de gran belleza, propio de la elegancia y vistosidad de la Real Fábrica del Conde de Aranda. Los mandiles, las cabezadas, los pitrales y las mantas palentinas, de gran calidad, se elaboraron a conciencia para transmitir los mismos valores que la cerámica producida en la Real Fábrica del Conde de Aranda, una técnica más para atraer a los compradores.
