El dinero no es problema para el Partido Popular, como ayer quedó de manifiesto en Madrid, hasta donde desplazó a miles de personas desde toda España, con una fortísima inversión que no está alcance de todos.
Fue un baño de masas para José María Aznar, la figura que tutela a Núñez Feijóo. El obediente expresidente de la Xunta de Galicia ha consentido en las vísperas de su debate de investidura una macroprotesta contra la hipotética ley de amnistía que no vería la luz si él consiguiera ser presidente.
Lo celebrado ayer en Madrid fue el reconocimiento de la incapacidad de Feijóo de llegar a la Moncloa por la costumbre de los populares de demonizar a sus adversarios y las malas compañías con las que comparten el poder local y autonómico.
El salvador de Castellón
De forma entusiasta se fue hasta Madrid el salvador de Onda y de la provincia de Castellón, Salvador Aguilella, autoproclamado líder de la representación castellonense en ese mitin callejero.
El PP pretende ahora ser el guardián único de la Constitución de 1978 que tan ferozmente combatió Aznar antes de su aprobación. Siempre ocurre lo mismo, se oponen a la Constitución, al divorcio, al aborto, a las bodas entre homosexuales o a la ley antitabaco. Pasado un tiempo, cual conversos radicales, tildan de incumplidores a quienes impulsaron aquello que ellos combatieron en origen.
El salvador de Castellón estuvo ayer en primera fila para prevenirnos de las siete plagas que traerá Pedro Sánchez. Probablemente recogerá firmas y hará mucho ruido para generar malestar y crispación, como antaño contra el Estatut o recientemente contra los indultos por el procés, que tan balsámicos han resultado para la convivencia y la bajada del suflé independentista que Mariano Rajoy dejó en todo lo alto.
Efectivamente, la provincia de Castellón y España seguirán teniendo un salvador que no se apellida Aguilella, sino Sánchez. Porque las políticas de firmeza y diálogo son las que están permitiendo apagar el incendio que había en Cataluña en 2018 cuando Pedro Sanchez ganó la moción de censura con la que el Congreso sancionó la corrupción del PP.
Sigamos avanzando por la senda de los últimos cinco años y si hay que llegar a la amnistía, lléguese, a pesar de actos como el de ayer en Madrid, no exentos de muestras de odio contra Pedro Sánchez y el PSOE.
En realidad, somos muchos más los que estamos por la concordia y el entendimiento.
¿Amnistía? Sí en mi nombre, por supuesto.
