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domingo, 24 de noviembre de 2024 | Última actualización: 21:28

Saltan chispas

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Begoña Carrasco. Portavoz del Grupo Municipal Popular en el Ayuntamiento de Castellón

Sigue el lío en el tripartito del PSOE, Compromís y Podemos de Castellón. Y no pequeño. Ni para honrar a los muertos se ponen de acuerdo. Así quedó evidenciado el pasado lunes, 1 de noviembre, con motivo de la festividad de Todos los Santos. Por un lado, los nacionalistas y por otro los socialistas… Que si unos no fueron invitados por los otros al acto de la ceremonia civil, que si los otros están atacando las propuestas que defienden los del Grup per la Recerca de la Memòria Històrica de Castelló… Todos de morros.

Se trata del enésimo ‘desacord’ de Fadrell. El pacto de izquierdas que venía a cambiar la vida de los castellonenses, y que ha terminado cambiándosela, para mal, no solo a los propios vecinos, sino a los propios concejales integrantes de ese acuerdo ‘Frankenstein’ que tanto disgustos está dando a los castellonenses. Desacord por aquí por las fiestas, desacord por allá por el solar de la tercera edad, por el proyecto del conservatorio, por el derribo de la Cruz, por la creación de puestos de funcionarios adscritos a cada concejalía, por la distribución de los libros LGTBI…

Los tres partidos han convertido al Ayuntamiento de Castellón en la ‘Casa de los Líos’. Cada día que pasa, la relación es peor entre los distintos grupos que componen el gobierno municipal, e incluso dentro de las propias formaciones, con concejales que son cuestionados por sus propios compañeros ante la tan desigual distribución de responsabilidades por parte de cada edil, generando agravios comparativos y divisiones.

El problema de todo este guirigay no es la lucha intestina de PSOE, Compromís y Podemos en el Palacio de la Plaza Mayor, sino que su falta de entendimiento repercute negativamente en el día a día de los castellonenses. Descoordinación y falta de capacidad de trabajo que supone ralentización en la gestión administrativa de la ‘casa de todos’, que cada vez es una bola más difícil de digerir. Impuestos que no bajan, proyectos que se estancan, atención ciudadana que se eterniza…

La principal prueba está en los presupuestos municipales. Llevan dos años aprobando las cuentas en agosto, y este año, todo apunta a que irán por el mismo camino. La alcaldesa se comprometió –por enésima vez- a aprobar los números del Ayuntamiento de Castellón en tiempo y forma para que estuvieran en vigor el 1 de enero de 2022, pero ya hay voces del gobierno municipal que están empezando a deslizar que no, que cuando dijeron el 1 de enero se referían dentro del primer trimestre del próximo ejercicio. ¿Ya empezamos? Tiempo al tiempo. Anticipo de las chispas que saltarán una vez más cuando empiecen a reñir por el reparto de dinero para cada área que gobierna cada partido, tal y como se ha visto estos días en la Generalitat Valenciana. Y los castellonenses, a volver a sufrir el que es el gobierno municipal más caro de la historia de nuestra ciudad, pero el que peores resultados arroja.