Begoña Carrasco García. Portavoz del Grupo Municipal Popular en el Ayuntamiento de Castellón
Nuevo cierre de negocios. Nueva oleada de contagios de coronavirus, en una ciudad que ahora mismo está colapsada por un virus que, casi un año después, continúa tan descontrolado o más que al inicio de la pandemia. La situación es grave, muy grave. Mucho más de lo que parece y admiten las autoridades sanitarias, ya que no cuadra ni una de las cifras que se facilitan.
El presidente del Gobierno Pedro Sánchez nos dijo que recuperáramos la normalidad –ya no entro en si nueva o vieja--, que saliésemos a la calle. Y que salíamos más fuertes. Pero no. Marketing no es sinónimo de resultados.
Por eso molesta que, una vez más, paguen justos por pecadores, y que el gobierno socialista vuelva a cargar la culpa sobre los ciudadanos, a quienes no les queda más remedio que resignarse y acatar unas órdenes que los llevan directamente a la quiebra. Ruina y miseria. No, la hostelería no es culpable de los contagios. Las estadísticas demuestran que el nivel de contagios en este sector es bajísimo. Si alguien incumple, que se castigue. La ley está para cumplirse. Pero no puede ser que bares, restaurantes, cafeterías… cumplan milimétricamente las indicaciones y, a pesar de todo, se les cargue con la responsabilidad.
Tenemos unos gobernantes que se han acostumbrado a prohibir y a acusar. ¿Pero qué responsabilidad asumen ellos de lo que está ocurriendo? ¿No deben rendir cuentas? Porque los datos de su nefasta gestión son innegables: 80.000 fallecidos ya en España, 120 de ellos en nuestra ciudad. Y los contagios andan disparados, casi a razón de 50.000 diarios. El Gobierno socialista de Pedro Sánchez nos ha impuesto un estado de alarma hasta mayo, pero luego son 17 territorios los que intentan luchar como pueden contra el virus. ¿Tiene sentido confinar a los ciudadanos y que los aviones de países de riesgo extremo como Brasil o Suráfrica puedan aterrizar impunemente en Barajas? Rotundamente no.
El gobierno autonómico de Ximo Puig no ha creado ni una sola plaza hospitalaria nueva. Nuestro Hospital General es ahora mismo un campo de batalla. Está absolutamente desbordado. Es lo que ocurre cuando no se crea en un año ni una sola cama hospitalaria nueva, porque el millonario hospital de campaña no reúne las condiciones para albergar pacientes, según han denunciado los propios sindicatos profesionales. Ni más camas de UCI. Tiempo valioso perdido. Tampoco se ha hecho una campaña de test masivos. Ni hay plan de vacunación para la población. ¡Ni vacunas!
¿Soluciones? Ninguna. ¿Prohibiciones? Todas. Pero sin contraprestaciones. Es irresponsable imponer el cierre de negocios de hostelería, o del comercio, sin tener activas las medidas económicas que permita compensar la obligatoria bajada de persianas. A cero ingresos, a cero
impuestos. Así de claro. Menos prohibir y más buscar soluciones en lugar de maquillarse para las fotos de su propaganda que les valdrá para contar votos, pero no para salvar vidas.