Cristóbal Aguado Laza. Presidente de AVA-ASAJA
En los últimos días ha trascendido la cantidad récord de 722,6 millones de euros que Agroseguro abonó en 2021 a los agricultores y ganaderos por siniestros climáticos. Con la información que disponemos como organización profesional agraria solo podemos realizar un análisis superficial del ejercicio financiero de Agroseguro. Apenas sabemos determinadas cifras públicas como los 484,8 millones que pagaron los productores al contratar sus pólizas, los 258,9 millones que aportó el Gobierno, a través del Ministerio de Agricultura, para reducir el coste de la contratación, y los 77,5 millones que del mismo modo proporcionaron las administraciones autonómicas en un esfuerzo encomiable en aras de subvencionar el seguro agrario. En total, estos ingresos sumaron 821 millones, muy por encima de las indemnizaciones. Desconocemos los números internos sobre comisiones, sueldos o gastos de representación de sus dirigentes para afinar los resultados anuales, aunque los hemos solicitado reiteradamente. Sería interesante que Agroseguro diera más transparencia e incluso, teniendo en cuenta la enorme aportación que percibe de las distintas administraciones, hasta tendría que ser discutida en órganos de la Administración del Estado.
A pesar de este balance favorable, últimamente estamos recibiendo desagradables sorpresas que casi parecen un contubernio en lugar del clima de diálogo que siempre había habido entre Agroseguro y el sector agrario. Vemos con estupor cómo algunos gestores quieren aprovechar la posición de monopolio público-privado, que la entidad ostenta en la contratación de los seguros agrarios de España, para actuar de espaldas a los números y, lo que es peor, a los agricultores y ganaderos. Lo deseable es que Agroseguro continuara dando ejemplo de moderación, responsabilidad y esfuerzo por avanzar en defensa de un sector agrario cada vez más amenazado por la crisis de rentabilidad y los efectos negativos del cambio climático. Pero no está sucediendo así, todo lo contrario.
Algunas decisiones ya tomadas por parte del Consejo de Administración significan un fuerte retroceso a los seguros agrarios en los más de 40 años de historia de Agroseguro. Es incomprensible que haya pretendido suprimir este año la extensión de garantías en cítricos, como ha hecho antes con el seguro de frutales o con la supresión de los daños de viento en limón. Solo la presión ejercida por las organizaciones agrarias y las cooperativas, con el respaldo de las comunidades autónomas, ha frenado parte de las modificaciones propuestas. De llevarse a cabo finalmente los planes de Agroseguro, se trataría de un paso de 20 años atrás que pone en peligro el camino recorrido por el organismo y que quiebra la confianza de miles y miles de citricultores.
Naturalmente, no puedo dejar de mencionar a Enesa que, como representante de los intereses del Ministerio de Agricultura, en estos momentos está lejos de cumplir el papel que tradicionalmente venía ejerciendo a la hora de favorecer una mesa de diálogo en la que se agotaran todas las posibilidades de negociación y consenso.
Por nuestra parte, no hay duda de que AVA-Asaja ha manifestado una actitud de defensa del sector para que este paso atrás no se consuma, en cumplimento de su responsabilidad ante los agricultores a los que representa. De ningún modo entendemos la burda reacción de determinados dirigentes de Agroseguro de intentar, aunque solo sea de forma sibilina, perjudicar a AVA-Asaja –algo imposible– y preferir caer en el ridículo. Con todos los millones de presupuesto que manejan, su decisión parece ser la de romper el convenio con nuestra revista 'Agricultores y Ganaderos' por la que, de manera casi desinteresada, por solo 1.940 euros en total, publicaban tres páginas de publicidad y dos páginas más donde podían expresar libremente sus opiniones sobre la contratación de los seguros agrarios. Este gesto ofensivo se entiende en niños, pero no en señores que tendrían que colaborar codo con codo con el sector y no despreciar a las organizaciones agrarias que son las que más han trabajado para conseguir que Agroseguro sea lo que es hoy. ¿Acaso creen que atrincherándose en su torre de marfil y rehuyendo a los asegurados van a mejorar los datos de contratación?
Lo que sí está claro es que seguiremos apostando por un seguro digno en España y no vamos a consentir que los aspavientos indignos de algunos gestores empañen la dilatada y sólida trayectoria de Agroseguro. Como es nuestra obligación, seguiremos al pie del cañón para que se contraten cuantas más pólizas mejor, porque ello significará que los productores están cubiertos ante inclemencias meteorológicas. No voy a negar la grandísima labor que ha venido haciendo Agroseguro y que en el futuro queremos que mantenga. Siguen habiendo personas muy competentes y próximas en Agroseguro que están preparadas para tomar el relevo. La gente de bien cuenta y contará siempre con todo nuestro apoyo, porque queda mucho trabajo por hacer y mucha historia por escribir.
Durante la última visita del ministro de Agricultura Luis Planas a Valencia, salió a colación, como ejemplo, la granizada que el pasado 11 de abril golpeó 5.000 hectáreas de cítricos en Castellón. Como el inicio de garantías para el riesgo pedrisco en el seguro de cítricos no empieza hasta el 20 de abril, ni los agricultores que ya habían contratado sus pólizas, ni los que todavía no la habían contratado pero sí tenían derecho a extensión de garantías, no tuvieron posibilidad de indemnización por el seguro agrario, con las pérdidas que ello comportó. Ante el ministro signifiqué que lo más sensato es ampliar las coberturas a todo el año, a todo el ciclo de cultivo, para que no vuelvan a suceder casos tan lamentables. Las organizaciones agrarias y las cooperativas también tuvimos la oportunidad de hacernos oír sobre la necesidad de diseñar un seguro más fuerte no solo ante episodios climáticos, sino también ante hundimientos de precios: un seguro de costes o de mercado sería el siguiente paso. Fue interesante la respuesta del ministro, quien coincidió en que había que buscar y lograr una ampliación de las coberturas, mientras que el seguro de costes o de mercado no lo descartó y abogó por que pueda ser una realidad en un plazo más largo.
Si los máximos dirigentes de Agroseguro no comprenden o no quieren comprender lo que le hace falta tanto al campo como a la propia entidad de Agroseguro, sería bueno que dejasen pasar a personas que sí son capaces. Igualmente, deseamos, necesitamos que Enesa vuelva a estar al lado del sector y marque una posición firme a la hora de fomentar un marco de negociación donde salgan soluciones razonadas y consensuadas al máximo. Creo que la inmensa mayoría de los agricultores y ganaderos estamos orgullosos del camino que, incentivado por el Gobierno central y respaldado por las comunidades autónomas, ha conseguido Agroseguro en beneficio del campo español. Este trabajo ha cosechado unos resultados envidiados por la mayor parte de los países de nuestro entorno. Y ojalá continúe siendo así, porque cuando solo tienes una cosecha al año y la puedes perder por infortunios que no controlas, es innegable que el seguro agrario resulta una herramienta esencial a la que no podemos renunciar.