Miguel Bataller. Ciudadano del mundo y jubilado.
Apenas dos décadas después de la deplorable experiencia de dejar el poder en manos de los talibanes y el calvario que tuvo que vivir aquella generación de jóvenes afganos (sobre todo mujeres) vuelve la mula al trigo y en este caso el Presidente Biden, es quien decide poner pies en polvorosa.
Abandona a su suerte a una sociedad débil, desorganizada y sin nadie capaz de liderar a su pueblo contra la mafia perfectamente organizada y financiada a través del tráfico de estupefacientes de los radicales islamistas de izquierda, controlados por la jerarquía musulmana sunita.
Un nuevo paso adelante dado a la esclavitud de la mujer, a la que se le niegan todos sus derechos humanos, por el simple hecho de serlo.
¿Es un acto de cobardía del presidente estadounidense, para evitar ser juez y parte en la solución de los problemas que aquejan a esa sociedad casi medieval?
¿Han hecho todo lo posible en estos 20 años, los EEUU para potenciar a la sociedad civil afgana, permitiéndoles estructurase y reorganizarse ellos solos, a fin de evitar otra vez una salida traumática, tras su retirada?
Sin el menor género de dudas, la respuesta a mi primera interrogación, sería un sí rotundo.
A la segunda un no rotundo.
Ahora el controvertido Presidente Biden, salta al primer plano de actualidad internacional, con algo así como decir:
"Ni lo he arreglado en 20 años, ni me quedo un solo día para tratar de arreglarlo".
Como efectivamente, en todos esos años, sólo habían tratado de tener al frente del Gobierno a personajes irrelevantes sin el menor carisma, a las pocas horas de retirarse de Kabul las tropas norteamericanas (e incluso antes de que los últimos vuelos programados por EEUU y el resto de las delegaciones occidentales, para sacar del país a sus representantes y a sus colaboradores locales) ya se estaban pavoneando por el centro de la capital miles de talibanes en sus camiones o camionetas, armados hasta los dientes.
Por eso hemos podido ver en el aeropuerto de la capital un caos enorme, con miles de ciudadanos suplicando ser sacados en esos vuelos con destinos diversos tanto a EEUU como a Paris, Madrid y otras capitales europeas que quisieran recibirles y proporcionarles asilo.
Hechos tan lamentables como caer del fuselaje de uno de esos vuelos cinco personas, que murieron al estrellarse contra el suelo de la pista.
¿Alguien ha podido ver o escuchar a esos movimientos feministas que se desgañitan a gritos cada día en nuestras calles y plazas, en defensa de los intereses de la mujer?
¿Se pueden formar una ligera idea de lo que les espera a las mujeres en ese país liderado y regido por unos energúmenos que les niegan a sus propias mujeres el derecho a la educación y al voto, por el simple delito de haber nacido mujeres?
Recuerdo las ejecuciones sumarísimas que se vieron durante su Gobierno hace dos décadas, donde esos locos barbudos y bigotudos y en pleno centro de Kabul y de otras ciudades, hacían arrodillarse en plena plaza pública a cualquier mujer que encontraban a su paso y empezaban a someterlas a su propio juicio personal y a acusarlas de todo lo imaginable con una voz engolada mientras un grupo importante de acompañantes le vitoreaban y poco después le ordenaba a uno de ellos que ejecutara a la pobre mujer de un tiro en la cabeza.
Aún conservo en mi retina esas imágenes y por mucho que ahora juren y aseguren que no van a reincidir en los mismos errores los líderes sunitas responsables de aquellas canalladas, no puedo creerles.
No importa que sean chiitas como los iraníes de Jomeini o sunitas como lo son los de afganos de Al Qaeda.
Son los mismos perros, pero con distintos collares.
Son la escoria asesina de unas sociedades musulmanas, que no han evolucionado con el paso de los siglos y pretenden tener sojuzgadas a las mujeres o a todos los seres humanos, que osan enfrentarse a ellos y a al poder de sus armas.
Podrán vencer, pero no convencerán nunca a gente medianamente formada e informada.
Pero mi crítica, quiero hacerla también extensiva en este caso a la Administración Americana, por abandonar a su propia suerte a tantos millones de afganos, cuyo único delito es el de haber nacido en un país equivocado y en unas circunstancias incomprensibles.
Hasta la semana que viene amigos.

































