Gemma Teodoro Baldó
Los ensayos en centros comerciales o en polígonos industriales y sus actuaciones en el Madrigal durante los partidos del Villareal C.F. llevaron a lo que hoy en día es una asociación sin ánimo de lucro, que se ha marcado el objetivo de ofrecer “espectáculos amateur de calidad”.
Un calor abrasador junto al mar. Padres, niños y gente de todas las edades en las hamacas o en sus toallas bajo un sol de justicia. Son las 5 de la tarde de un sábado del mes de junio. Mientras tanto, en el paseo marítimo, Raimon, Rubén, Sanjo, Jordi, y todos los que forman parte del grupo, se preparan con sus cinturones, su vestuario y sus instrumentos. La solidaridad no entiende de horarios, calores o distancias. Y eso lo saben muy bien los integrantes de la asociación vilarealense Batucada Sambalea. ¿Su objetivo? Acercar a todos la alegría con su música. Y en este caso ese objetivo se realimenta con un doble incentivo: conseguir recaudar dinero para una asociación que se encarga de ayudar a niños y adolescentes con riesgo de exclusión social en Vilanova i la Geltrú (Barcelona).
Peñíscola Magic Summer
Todo comenzó una noche de San Juan de hace dos años en Peñíscola. En esa ocasión, la noche mágica reunió en ‘Peñíscola Magic Summer’ a 150 percusionistas que llenaron las calles con sus notas. Una jornada en la que una nota llevó a la otra, y Sambalea entró en contacto con los encargados de organizar ‘Vilanova Sonríe’, en la que este año se esperaba una macro batucada de dos horas de duración, con 35 grupos del género.
En el caso de Batucada Sambalea, fue la afición del Villareal C.F. la que los animó a poner en marcha la asociación cultural de batucada castellonense, hasta convertirse en lo que son hoy. Los ensayos en centros comerciales o en polígonos industriales llevaron a lo que hoy en día es una asociación sin ánimo de lucro, que se ha marcado el objetivo de ofrecer “espectáculos amateur de calidad”. Y en eso insisten los fundadores del movimiento: “lo cortés no quita lo valiente”, comenta Sanjo junto a su surdo de cerca de 8 kilos que deben llevar atado a la cintura y a las piernas, el tambor con el que hacen vibrar en cada espectáculo. Diferentes colores -pues empezaron con el amarillo del submarino del Villareal C.F.-, diferentes ubicaciones y diferentes sonrisas. Pero un mismo objetivo: trasladar la música y la alegría de vivir incluso en estos tiempos.
Antes de abandonar el estudio donde se reúnen para ensayar un par de veces por semana durante todo el año, y por el que tienen que abonar un coste cada mes, se lanza una pregunta al aire. “¿Cómo se financia una asociación de música amateur?”. Y en este caso, lo tienen claro, si no cobraran por cada espectáculo, “no sería posible continuar. Los gastos son elevados”. Aunque en algunos casos, como en el de Vilanova i la Geltrú, en el que actúan gratuitamente, no tienen dudas, “vale la pena”. Incluso se han planteado organizar un evento similar en la provincia de Castellón. Por este motivo, también, una de sus pautas inamovibles, es que, entre los escasos requisitos para formar parte de Sambalea, es necesario tener alguna noción de percusión. No ser arrítmicos. Y, a una misma voz, insisten Raimon y Sanjo, “exigimos seriedad”. Seriedad para pasarlo bien, algo que se puede conjugar aunque no haya compromiso profesional. “Se perdería la gracia”. Una gracia que logran transmitir a más de 30º bajo el sol de Vilanova. Un calor y un esfuerzo que se verán recompensados con la sonrisa de un niño. Así que, al acabar su último espectáculo, ya están pensando, mientras cargan con sus instrumentos en dirección al autobús que los ha llevado hasta su último destino, en el próximo espectáculo y las próximas sonrisas musicales.