Desde que en enero pasado Conde Pumpido accediera a la presidencia del Tribunal Constitucional la política española entró en una espiral muy peligrosa ya que ello otorgaba a la izquierda sanchista no solo el mando del Ejecutivo sino también el dominio del Legislativo y de una sección tan decisiva del Judicial como es el Tribunal Constitucional.
Con esos instrumentos en su mano y con un electorado particularmente desorientado, la victoria del sanchismo y de todos los tejemanejes que se le ocurran para reforzar su equipo -indultos, reforma del código penal, feminismo a la carta, amnistía, referendum...-están casi garantizados.
No importa que la izquierda condenara ayer esas mismas ideas. No es que hayan entrado en contradicción consigo mismos sino que se trata, según ellos, de un cambio de opinión, de una reflexión superior, de una rectificación que, como es bien sabido, es una actitud propia de sabios.
Seguimos en punto muerto. Con cerca de un mes concedido por Armengol al PP para intentar sumar los cuatro escaños necesarios. En esas semanas Feijóo ha tenido tiempo suficiente para reflexionar lo suyo, para equivocarse no poco y para recibir sopapos considerables de sus rivales.
Feijóo se pasó, en mi opinión, en su obsesión por "hablar" con todos los partidos. Es muy difícil distinguir entre "hablar" y "negociar" y por mucho que lo explique no es probable que el personal distinga entre ambos conceptos y el resultado final no sea otro que debilitar a la derecha que tras obtener una victoria clamorosa a escala autonómica y municipal se desinfló en el nivel nacional.
Ofrecer a Sánchez un mandato de dos exigüos años seguidos de unas elecciones es darse por perdido de antemano y recibir el esperado portazo del "no es no".
Querer "hablar" con JXCAT justificaba de un plumazo la esencia misma del frankensteinismo haciéndonos sospechar que si Puigdemont le hubiera ofrecido 4 escaños a precio de saldo los hubiera aceptado.
Estar implorando el apoyo del PNV, el partido menos fiable de España que por sus propios pecados puede verse desplazado por Bildu, es ignorar que en cualquier minuto te la pueden jugar como hicieron con Rajoy.
Querer verse con la "elegante" Diaz es pasarse de masoquista, al querer competir con Sánchez y Puigdemont en el canje de besos y carantoñas. Ojito que en cualquier momento te pueden hacer un "Rubiales". Pero doña Yolanda le ofreció un nivel de diálogo más bien pobre y sin abrazos.
Ya solo faltan dos semanas para que Feijóo se presente a la investidura y salvo alguna intercesión divina, lamentablemente el PP va a fracasar.
Entre tanto, los 121 escaños del PSOE han logrado apalancar los 31 de Sumar, los 5 del PNV, casi seguros los 6 de Bildu, los 7 de ERC y 1 de BNG. Todo pende ahora de los 7 de JXCAT. Es evidente que algo funciona MUY MAL en nuestro sistema electoral cuando la gobernabilidad de España depende de un tipo que se peina como un mocho, que huye en un maletero y lo que ya resulta de menor importancia, que no cree en España.
Ha exigido éste, una amnistía express para todos los que participaron en el 1-O (menos para los mossos) y un Referéndum pronto, reclamaciones ambas claramente inconstitucionales. A menos que los delitos se maquillen y que Pumpido los dé por buenos.
Es posible que ocurra así ya que pocos partidos pueden estar en favor de repetir elecciones ya que difícilmente obtendrían mejores resultados. Y ni siquiera Puigdemont podrá encontrar nunca un interlocutor más obsequioso que Sánchez. Es probable, por ello, que el PSOE y Junts lleguen a un acuerdo. Y que el muy oportuno y razonable "Basta ya" de Aznar -tildado de golpista por una izquierda que pacta con golpistas- quede en nada. O en poco