La custodia y la cruz processional ya se encuentran de nuevo en Benicarló después de un intenso proceso de restauración que ha revalorizado dos piezas excepcionales del patrimonio benicarlando. La custodia es, según han confirmado los expertos, la mejor de toda la Comunitat Valenciana.
Esta mañana se ha hecho la presentación pública de la restauración de dos piezas fundamentales del patrimonio religioso de Benicarló: la custodia y la cruz procesional, que durante los últimos 10 meses se han sometido a una profunda intervención llevada a cabo por el Instituto Valenciano de Conservación y Restauración de Bienes Culturales (IVC) y la Diputación de Castellón.
La custodia, una magnífica pieza de orfebrería del siglo XVIII realizada en un taller catalán, es un elemento de gran valor artístico, "la mejor de la Comunitat Valenciana", según ha asegurado la directora del IVC, Carmen Pérez. El proceso de restauración ha sido largo y complejo y se ha centrado sobre todo en la recuperación de la estructura de la pieza, que tenía graves desperfectos y había sido objeto de intervenciones inadecuadas como por ejemplo soldaduras con materiales poco nobles o aplicación de adhesivos perjudiciales. Además de reforzar toda la estructura interna de la custodia, también se ha limpiado la plata y la plata dorada al mercurio, los dos materiales con que se elaboró la pieza, y se han recuperado algunas partes de la ornamentación que se habían caído.
La cruz processional, se trata de una pieza del siglo XV elaborada en un taller valenciano (posiblemente de Morella o los alrededores) con plata y plata dorada. La cruz tiene un gran valor artístico y ha sido intervenida, igual que la custodia, básicamente en su estructura, muy afectada por el paso del tiempo y las sucesivas intervenciones, la última de las cuales se llevó a cabo en el siglo XX. La restauración también ha servido para eliminar las sulfuraciones de la plata y para descubrir que en su estado original la cruz lucía intensos colores que con las últimas intervenciones desaparecieron.
La restauración de las dos piezas conjuntamente ha sido un hecho excepcional para la ICV, según ha reconocido Inmaculada Traver, la restauradora encargada de todo el proceso, que ha recomendado a los propietarios de las piezas (la parroquia de San Bartolomé) un tratamiento "exquisito" para conservar lo mejor posible la custodia y la cruz. El presupuesto de la restauración de las dos piezas se calcula en unos 30.000 euros.