Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.
El único cajero automático, situado en el Eurosol, al que los vecinos de la zona sur de Benicàssim podían acceder para sacar dinero, ya no está. A partir de ahora los vecinos de la playa sur de Benicàssim tendrán que acudir al pueblo o a Castellón para sacar dinero. Esto, que puede parecer una anécdota, no lo es.
Es tal vez la última gota que colma el vaso del desinterés, la desidia, la marginación y el maltrato con el que el Ayuntamiento de Benicàssim ha tratado sistemáticamente y desde hace mucho, mucho tiempo, a los vecinos de la zona sur de esta localidad.
No se trata sólo de que no haya infraestructuras dignas de ese nombre en la zona sur benicense, de que no haya ni una tenencia de Alcaldía, ni un centro polifuncional, ni apenas nada de nada. No se trata sólo de que este verano la plaga de mosquitos haya asolado brutalmente la zona sin que ni se haya fumigado ni la alcaldesa se haya tomado la molestia de visitar la zona y hablar con los vecinos.
Es que basta ver la suciedad que se acumula en verano, de la desidia con la que el servicio de limpieza trata esta zona en comparación con lo que por el contrario sucede en el paseo del Torreón-Voramar, para darse cuenta de que los ciudadanos de la zona sur de Benicàssim son ciudadanos de segunda a la hora de recibir servicios. De hecho, por no recibir, ni siquiera reciben un programa de fiestas de la localidad, ni siquiera son conocedores en muchos casos.
De lo que sí que son conocedores, lo que sí que reciben puntualmente es el recibo del IBI; un recibo brutal que probablemente sea uno de los más altos proporcionalmente de España.
Probablemente en el Ayuntamiento de Benicàssim, y sobre todo el equipo de Gobierno, sigan pensando que todo lo que exceda más allá de 500 metros a la redonda de la Iglesia y alguna zona al norte no es de su incumbencia, de que la localidad sigue teniendo 5.000 habitantes, y que el resto son veraneantes que están para recibir lo mínimo y para pagar lo máximo.
Pero ya no es así. Benicàssim tiene ya más de 18.000 habitantes, y en la zona sur viven más de 7.500 vecinos, que pagan religiosamente sus abultadísimos impuestos y que esperan servicios en consonancia. Y que por supuesto no están dispuestos a seguir soportando el menosprecio constante de unos políticos locales que deberían mirar más allá de su ombligo.