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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 19:18

¡Bienvenido Mr. Berlanga!

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Cristina Fernández. Portavoz de Cs en la Diputación de Castellón y concejal de Benicàssim

Una de las cosas más fascinantes de la cultura y el arte es cómo reflejan la realidad, a veces fiel y otras deformada, de un territorio o un país. Los libros, el cine o el teatro son el mejor instrumento para reflejar las carencias, miedos y complejos de cualquier sociedad. No importa el país o el idioma de los aludidos, como ahora suelen decir los modernos, quedan retratados. Y en esas andamos, en este “Levante Feliz” que nunca lo fue y que siempre confundió lealtad con sumisión. Como tan bien refleja nuestro himno, “Per a ofrenar noves glories a Espanya...”. Les doy los datos de esa “gloria”.

La última liquidación definitiva del sistema de financiación autonómica vuelve a poner en evidencia el maltrato sistemático a la Comunitat Valenciana de un modelo que ya acumula siete años caducado a la espera de su reforma. Los valencianos volvieron a caer en 2019 a la cola del conjunto de CCAA de régimen común en recursos recibidos por habitante: 215 euros menos que la media y 703 menos que los habitantes de Cantabria, que repite como la región más favorecida con 3.321 euros por persona y año. La Comunitat Valenciana, como es habitual, sigue a la cola en recursos per cápita con 2.618 euros frente a los 2.833 de la media. Glorioso.

El otro día estaba pensando que el genial Luis García Berlanga, del que como todos saben estamos celebrando el centenario de su nacimiento, se marchó sin hacer una gran película sobre la financiación autonómica. Creo que hubiese sido su obra maestra, con una mezcla de sainete, esperpento, terror, comedia y drama. En fín, todo muy Berlanguiano. Siempre nos quedarán obras maestras como “La escopeta nacional” o “La vaquilla”, pero nos ha faltado “La paella autonómica”.

Es el «Bienvenido Mr. Marshall» de la política valenciana. Nunca llega y siempre pasa de largo. Del PP al PSOE. Y del PSOE al PP. Eso sí, sin americanos. Años después de su estreno, el tema central de la agenda política valenciana sigue siendo la reforma de la financiación autonómica. La actual legislatura arrancó con un compromiso de los socialistas, en la voz de la ministra de Hacienda, de tener armado el “esqueleto” del nuevo sistema antes de que acabara el año 2020. Este compromiso fue también la condición de Compromís para votar la investidura de Sánchez. Luego llegó la pandemia.

El modelo actual de reparto de recursos se aprobó en 2009 por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y contenía el compromiso de ser actualizado pasados cinco años (en 2014). Hagan cuentas. Lo que no es cómico, sino trágico es que el modelo de financiación ha demostrado importantes deficiencias que inciden en una distribución desigual de recursos en función de los territorios.

La nueva Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas debería recoger un nuevo modelo de financiación basado en criterios objetivos y técnicos. Les adelanto el final de la película. No lo hará. Porque prima un modelo que hace que los acuerdos de financiación lleven aparejados intereses perversos beneficiosos para unos territorios y perjudiciales para otros, un modelo justo con todos los territorios y que haga a todos los españoles iguales en el acceso a los servicios públicos.

La Comunidad Valenciana aglutina alrededor del 10% de los habitantes y el mismo porcentaje del PIB de España, pero la cantidad que le asigna el actual modelo de financiación es siempre inferior. Sin duda, somos el territorio más perjudicado con el actual sistema y nuestra infra financiación es palpable. Al menos nos queda el consuelo que siempre nos quedará Berlanga y podremos refugiarnos en Calabuch. Que, por si no lo saben, está en el mismo sitio que el documento de la financiación autonómica valenciana. En algún lugar entre París y Tombuctú.