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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 19:57

Paciencia

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Marisol Linares. Ex diputada del PP.

Según el diccionario paciencia es la capacidad de sufrir y tolerar adversidades o cosas molestas u ofensivas con fortaleza, calma o tranquilidad.

Los acontecimientos de los últimos días en Cataluña han dado lugar a infinidad de tertulias, artículos de opinión y editoriales en todos los medios de comunicación. Y todos dejan entrever las dificultades que hay para acometer decisiones que no menoscaben ni violen los derechos y el libre pensamiento de todos los ciudadanos que residen en Cataluña.

Quiero una vez más dejar un punto de reflexión: la paciencia, con letras mayúsculas, que están ejerciendo los poderes del Estado que son los que tienen la razón y la ley de su parte.

Paciencia también la de las Fuerzas de Seguridad del Estado que están demostrando una gran entereza, compromiso y lealtad con la democracia, pese a los agravios, insultos y agresiones que están sufriendo ellos y sus familias.

En ningún estado democrático de nuestro entorno europeo, la falta de respeto y de acatamiento a las leyes se hubiera tratado con la paciencia que se está haciendo en España porque en una democracia consolidada como la nuestra, el respeto a las normas y a las fuerzas del orden no se cuestionan, ni nadie se atreve a transgredirlas, ya que recae sobre ellos todo el peso de ley, sea quien sea.

Pero como dice el refranero español, la paciencia tiene un límite. Por el bien general y de la unidad de España el peso de la ley debe ser aplicado de forma contundente por aquellos que tienen la capacidad y la obligación de hacerlo, es decir, el poder legislativo y judicial.

Una minoría no puede condicionar la vida y el futuro de un pueblo, pues una democracia se rige por unas normas que nos hemos dado todos y entre las que no figura la palabra paciencia.

El jefe del Estado ha dado un mandato claro y contundente: "restablecer el orden constitucional". La sinrazón, la falta de orden y la insubordinación a las leyes debe acabarse sino queremos, entre todos, acabar con una nación y una democracia que hasta el día 1-O era la envidia de todo el mundo.