La lluvia ha dado una tregua en una mañana con frío y con momentos de sol
S. Barberá/Castellón Información
La lluvia ha dado una tregua a los miles de romeros que han cumplido con la tradición de ir hasta la ermita de la Magdalena el tercer domingo de Cuaresma en la Romeria de les Canyes, declarada BIC en 2017. Y es que este año había más ganas que nunca de hacer la Romeria tras dos años de pausa por la pandemia. Según datos facilitados por el Ayuntamiento de Castelló unas 55.000 personas han participado en la Romería, un tercio de los que participaron en la última celebrada en 2019, por la amenaza de lluvia que ha dejado a muchos castellonenses en casa.
En el Primer Molí había mucho ambiente de Romería desde primera hora de la mañana. Tras el disparo de las carcasas a las 7 horas, miles de romeros se han ido animando poco a poco para hacer el camino con la blusa, el pañuelo verde, la caña y la cinta y por supuesto con la mochila o el ‘saquet’ provisto de los tradicionales ximos, llonganisetes, botifarres, bocata de tortilla de ‘faves’ y la bota de vino o lo que cada uno quisiera almorzar en Sant Roc.
Grupos de amigos y familias enteras, con pequeños y grandes, han recorrido los aproximadamente 8 kilómetros que separan Castelló de la ermita. Como marca la tradición el camino hasta la Magdalena se hace entre naranjos. Una vez realizado más de la mitad del camino, en Sant Roc de Canet, se ha hecho una parada. En esta ermita, la figa y el traguet, de obligado cumplimiento, han acompañado al toque de la campana, que no ha dejado de sonar durante toda la mañana. La comitiva oficial, con las reinas de las fiestas, Carmen Molina y Gal·la Calvo con sus cortes de honor, y el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, la alcaldesa de Castelló, Amparo Marco y numerosas autoridades han hecho también un alto en el camino para descansar y almorzar.
Tras reponer fuerzas, y con el sol queriendo salir a ratos, los castellonenses han continuado el camino hasta el ermitorio de la Magdalena para almorzar y tocar la campana. Una vez realizado todo el ritual, tocaba volver hasta La Plana, a pie o en autobús, para descansar y prepararse para los actos de esta tarde y noche entre los que destacan la Tornà de la Romeria y el Desfile de Gaiatas, uno de los más emotivos para los castelloneros porque durante el mismo no deja de sonar el himno de la ciudad ‘Rotllo i Canya’.