Doménec Nàcher. Secretario técnico de Asaja Castellón.
Que el sector agrario está falto de buenas noticias no es una novedad, agravada más si cabe con el escepticismo reinante de la crisis que atraviesa nuestra sociedad. Cuando las organizaciones de agricultores realizamos una recolección de firmas para remitir nuestras inquietudes tanto al Presidente del Gobierno el Sr Rajoy, como al Molt Honorable Sr. Fabra, no inundaba cierta ansia de des esperanza. Luego el que contestó de manera muy diligente fue, para sorpresa de un servidor, el propio Mariano Rajoy a través de su Director General de relaciones.
En aquella carta ya nos advirtió de dos proyectos que están saliendo a la luz estas semanas, a saber: la ley de la cadena agroalimentaria que según él nos daría a conocer antes del mes de abril y por lo que se ve ya ha pasado el Consejo de Ministros y estamos en el mes de febrero. Es cierto que todavía pasar al trámite parlamentario preceptivo antes de su publicación, pero lo cierto es que esto parece ir viento en popa. En la misma carta, hace referencia a la ley de los contratos sectoriales, que aunque viene recogida en el texto de la ley de la cadena agroalimentaria, lo cierto es que depende del funcionamiento de las interprofesionales y son éstas (como ya está sucediendo con el sector lácteo) las que tienen que gestionar el obligado cumplimiento de estos contratos así como proponer fórmulas para su implantación y seguimiento. Vamos que es el sector quien debe ponerse a trabajar, cómo por otra parte, no podía ser de otra manera. Hasta aquí las buenas noticias.
Siempre he manifestado y lo he dejado claramente negro sobre blanco (aquellos que tienen a bien tirar de hemeroteca sabrán encontrar mis palabras), que nuestra interprofesional citrícola española Intercitrus, ha sido injustamente tratada incluso por los que más interés deberíamos tener en haberla mantenida viva y en plenas condiciones de funcionamiento. Pero la guerra lanzada en los medios de comunicación, por los propios portavoces del sector, no se tradujo en modo alguno en las discusiones en los diferentes órganos de gobierno de la interprofesional, quedando en meras escaramuzas dialécticas que lejos de fomentar el acercamiento entre las partes, enconaban más si cabe las posiciones, ya de por sí enfrentadas a causa de las declaraciones públicas vertidas en los medios de comunicación y no en las reuniones de trabajo. Y es que si siempre tendemos nuestra atención hacia nuestros desencuentros, en vez de a los logros comunes el resultado suele tender a la ruptura.
Ahora el horizonte nos muestra que la interprofesional se va a convertir en la piedra angular, del deseado por muchos, contrato obligatorio en el campo. Ahora la cuestión es otra: ¿Los mismos representantes del sector van a seremos capaces de volvernos a sentar para sacar la interprofesional del estado de UCI en el que la dejamos en su día, para poder dar consistencia con la ley de contratos agroalimentarios y el texto de la cadena agroalimentaria? Espero que los miembros de la Interprofesional asumamos nuestra responsabilidad en beneficio común. Asumir que cada cual defenderá sus intereses y combatirá por ellos, es el principio, pero que los acuerdos comunes pueden darnos más alegrías que decepciones, es un horizonte al que vale la pena mirar, si realmente se cree en el contrato en el campo.