Diana Rubio. Politóloga experta en comunicación política, protocolo y eventos.
Es de todos sabido que tanto en la guerra como en política, hay ganadores y perdedores.
Los ganadores a grandes rasgos, son los que consiguen el poder, la representación de los ciudadanos, y en España por la distribución de escaños que se lleva a cabo, son los partidos mayoritarios los que consiguen una mayor representatividad. ¿Qué pasa con los partidos minoritarios? ¿Son los perdedores? Siguiendo la regla de ganar o perder según la representación obtenida, los representantes colocados en las instituciones, los pequeños se verán en muchas ocasiones abocados al fracaso.
Pero esta condición de pérdida, cambia dependiendo del propio contexto y las relaciones entre los actores políticos que se den. Por ello, si unimos a la actual desafección provocada por la pérdida de confianza por parte de la opinión pública en los grandes partidos, algo que queda reflejado de la misma manera en encuestas y baremos varios , la aparición de nuevos partidos, que hablan con los ciudadanos, y actúan acorde a lo que la opinión pública estima conveniente, hablaremos de que esta guerra política, aun obteniendo representación mínima en las instituciones, la ganan los pequeños, a quienes otorgan legitimidad la opinión pública y la firmeza y el sentido común de sus acciones, aunque otros critiquen y consideren demagógicas.
En esta época marcada por la desafección política, debemos tener en cuenta de un lado, la desilusión general que aumenta cada día con los dos grandes partidos, vistos como grandes navíos en una travesía marítima que con sus parches y chapuzas arreglan su casco, siguen navegando a la par, a veces sin capitán, a veces sin rumbo, gracias a los marineros que aún confían en que su barco llegará a buen puerto y que luchan contra los piratas que pretenden hacerse con el control del viaje.
De otro, la aparición y necesidad de otros actores que tengan como objetivo que la política no es sólo lo que marcan los dos navíos de gran eslora, hay partidos pequeños, con menor recorrido, pero que actúan acorde a la opinión pública en aspectos como la corrupción y la igualdad de derechos, acciones que la población esperaba de los dos grandes partidos.
Hablo de pequeñas lanchas motoras que en su recorrido, encuentran ayuda y obstáculos en la misma, que deben ir más despacio que los grandes cruceros, pero con una brújula y unas cartas náuticas que marcan el camino y la navegación de manera correcta.
Por ello, considero que en esta arenga política de grandes contra pequeños, comienzan a tener la fuerza suficiente los pequeños debido al apoyo ciudadano que reciben gracias a sus propuestas y acciones en el día a día. Es en este sentido, donde la historia de David contra Goliat toma sentido.