Miguel Barrachina. Vicepresidente del área económica de la Diputación de Castellón.
¿Por qué mientras los ciudadanos siguen padeciendo la crisis con toda intensidad las voces más expertas anuncian su fin? Obviamente porque las reformas traen el crecimiento de mañana, pero no alivian el padecimiento de hoy, es más, suelen agravarlo a corto plazo.
El Consejo Empresarial de la Competitividad, donde están 17 de las empresas más importantes de España, afirma esta semana que en el cuarto trimestre de 2013 saldremos de la crisis y en 2014 comenzará a generarse empleo, hasta 2.200.000 puestos nuevos en el próximo sexenio.
Según su presidente, César Alierta, “solo queda un trimestre de recesión. La crisis se acaba y vienen buenos tiempos”. En el mismo encuentro, Jorge Sicilia, economista del BBVA, ha afirmado que “sin la reforma laboral la destrucción de empleo hubiese sido mucho mayor...los contratos indefinidos han subido un 10.5%”
En el mismo sentido ha escrito el catedrático Manuel Lagares "demos tiempo a la política actual que nos ha hecho recuperar la credibilidad, respetabilidad y confianza perdidas” o Clemente González, de Desarrollo de la Empresa Familiar, que dice que “esta vez va en serio… se trata de una transformación real, mucho mas profunda que la impulsada por el cambio normativo que lidera el gobierno”.
Si por fin comienza a haber luz al final del túnel, la cuestión es saber cuánto durará el dichoso túnel, y Jaime García-Legaz, Secretario de Estado de Comercio y buen economista, afirma que “la salida de la crisis se cuenta en meses, no en años”.
De hecho, toda crisis supone la acumulación de errores de los agentes económicos, públicos y privados, al concentrar excesivos recursos –humanos y de capital- en sectores incapaces de mantenerlos.
En España, junto a la construcción, el sector financiero y el público son los que acumulaban un mayor número de errores, que nos llevaron a una inversión excesiva que ahora se está ajustando.
La crisis es, sencillamente, el tiempo que dura el ajuste, la negación de aquella supuso su alargamiento en el tiempo.
Hoy la mayor parte del citado ajuste ya esta hecho. El sector financiero cerró los dos últimos años 5.000 oficinas, la construcción ha reducido sus precios en un 40% y el sector público ha visto menguar su plantilla de en 310.000 empleados.
Una vez corregido el déficit exterior, reducido el de las administraciones, regresado el capital extranjero y aumentado nuestra productividad, el país está ya estabilizado. Y si trabajadores, empresarios y sector público soportan el sacrifico que supone trabajar más horas disfrutando de menos ventajas, éste ya será un buen año.