Enrique Domínguez. Economista.
Los últimos días reúnen un mosaico de noticias que parecen ir en la línea de indicar que algo parece cambiar respecto a un año antes: la mejora de las previsiones de crecimiento del PIB español para 2014, tanto por Bruselas como por el gobierno español; la mejora después de largos meses de la calificación de la deuda soberana por la agencia Moody’s así como la de varias comunidades autónomas, entre ellas la valenciana; el descenso del paro registrado y el aumento del número de afiliados a la Seguridad Social en febrero, o sea, la creación de empleo neto; la exclusión de España por Bruselas del grupo de países con desequilibrios excesivos; en fin la marcha sosegada de la prima de riesgo; el aumento de la entrada de capitales en la Bolsa y en empresas,..
Habría que añadir las opiniones favorables del FMI o de la OCDE sobre las medidas adoptadas, si bien insisten en que hay que profundizar más en ellas; hay que ampliar la reforma laboral, dar mayor flexibilidad a los salarios. Ello viene a significar que la mejora de nuestra competitividad debe incrementarse vía salarios y cotizaciones sociales lo que hará más atractivos nuestros productos. Pero, ¿es ello la solución? Porque si la alternativa es abaratar el precio final de nuestras producciones para así poder exportar más, estamos cometiendo un grave error, a mi modo de ver, a medio plazo.
¿Por qué? Porque estamos basando la alternativa de futuro en el precio y no en otros elementos que sí permitirían diferenciar nuestra actividad, como la calidad, el diseño, la innovación. En pocas palabras, si seguimos por esa senda de reducción de costes y no potenciamos desde ya el resto de vías de diferenciación de los productos y al personal empleado, tendremos graves problemas a medio plazo. Ya lo vemos con la cerámica, en la que la futura tasa sobre la electricidad puede crearle graves dificultades.
Es cierto que estamos menos mal que a comienzos de 2013; la mayoría de indicadores lo señalan, pero, ¿es un proceso consolidado? Por lo dicho anteriormente y por los recortes en lo relativo a esas variables que pueden impulsar sobre bases sólidas la economía futura, me temo que no. Hay demasiado ambiente triunfalista que persigue hacer ver que las medidas adoptadas eran las necesarias y que se va por el buen camino; ¿tendrán algo que ver las próximas elecciones europeas?
Es peligroso hacer algunas de las afirmaciones del primer párrafo sin especificar que, aunque son ciertas para el conjunto del país, no lo son para todas sus partes. Y es que en la provincia de Castellón el paro en febrero ha aumentado y el número de afiliados a la Seguridad Social respecto a enero ha descendido, lo contrario de lo acaecido para España; y lo mismo ha ocurrido para el conjunto de la Comunidad Valenciana.
La provincia de Castellón ha sido la segunda después de Jaén en sufrir un incremento del paro registrado y una disminución del número de afiliados a la Seguridad Social en febrero respecto a enero. Se produce, sin embargo, un descenso en el paro y un aumento en la afiliación si comparamos febrero con igual periodo de 2013.
No parece apreciarse todavía ese cambio de tendencia en la provincia y aún no se crea empleo neto. Se confía en la que ya parece próxima apertura del aeropuerto para relanzar la actividad económica y para que el turismo se muestre como alternativa de futuro. Pero, ¿se han hecho o iniciado las acciones para que los turistas que vengan, repitan? ¿Tenemos los diferentes productos turísticos listos para ser ofrecidos? Cuidado con vender humo porque entonces nos quedaríamos sin pasar el cabo de Hornos.