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viernes, 22 de noviembre de 2024 | Última actualización: 13:03

Los orígenes del mal (I)

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Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.

A la hora de comprender la tremenda crisis que afecta al mundo occidental, a la hora de intentar entender en qué situación nos encontramos es inevitable echar la vista atrás y enfrentarse a la revolución conservadora que tuvo lugar en Estados Unidos y buena parte de Europa en las últimas dos décadas del siglo XX. Reagan y Tatcher fueron sus mascarones de proa. Y supuso no sólo el final del New Deal; supuso el principio del fin de la clase media.

Las cifras, que son tozudas, describen a la perfección lo que aconteció aquellos años. Centrándonos en Estados Unidos, si en 1980 el 1 por ciento de los norteamericanos más ricos recibía el 9 por ciento de los ingresos totales, en el año 2007 ese 1 por ciento recibía el 23,5 por ciento del total de los ingresos. Todo ello fue consecuencia de una reforma fiscal diseñada para beneficiar a las grandes fortunas y a las grandes corporaciones, algo que Clinton y el Partido Demócrata permitieron y que explica, junto con su exportación de la “Tercera Vía”, la crisis de identidad y yo diría que hasta psicológica de la socialdemocracia europea. Fruto de esta revolución fiscal neoliberal, si en 1955 los cuatrocientos mayores contribuyentes de los Estados Unidos pagaban en impuestos un 51,2 % de sus ingresos; en 2010  ya sólo pagaban el 18,1 por ciento de lo que ganaban. Como consecuencia de esto, los beneficios de las grandes empresas alcanzaron máximos históricos, pero, en el otro lado de la cuestión, y tal como afirmaba en 2007 una publicación poco sospechosa de simpatías izquierdistas como es The Economist, “en los últimos años los beneficios empresariales han crecido en los Estados Unidos un 60 %, los ingresos salariales un 10 %”. De resultas de eso, según cálculos de Stiglitz la media de los ingresos de los hogares norteamericanos había caído entre el año 2000 y el 2008 un cuatro por ciento.  En resumidas cuentas, los beneficios de las grandes corporaciones aumentaron espectacularmente mientras se les disminuían los impuestos; asimismo las rentas del trabajo se redujeron y por lo tanto la clase media vio cómo disminuían sus ingresos a la vez que se desmoronaban los servicios públicos, como consecuencia de los menores ingresos del Estado.

Pero, se me dirá; ¿no aumentó la riqueza de la clase media en las últimas décadas del siglo XX? No, lo que aumentó fue esa sensación. La clase media lo que hizo fue endeudarse hasta las cejas. Y esto sí que fue una novedad.