Enrique Domínguez. Economista.
Los medios de comunicación están ávidos por encontrar noticias o hechos que nos indiquen que el final de la crisis está cerca; ya atisbamos la luz de la salida del túnel. Esa avidez por aspectos de la actividad económica que mejoren el comportamiento de meses precedentes queda reflejada en la relevancia que se da a los mismos, en la página en que se colocan o en el tamaño de los titulares empleados. Un ejemplo son las cifras del paro registrado; como ahora parece que no se puede esperar a final de mes, utilizan datos semanales o quincenales.
Y también lo son la evolución positiva de las exportaciones, el aumento de la producción cerámica e, incluso, la recaudación por el IVA, si bien el total de lo recaudado por los impuestos estatales en la provincia se contrae más que en la Comunidad Valenciana y en España.
Los datos anotados hasta ahora junto a otros como el final del rescate bancario, la alabanza de Bruselas por las medidas adoptadas, el descenso de la prima de riesgo o las propias previsiones de los analistas sobre España para este año que se inicia, apuntan a que los datos macroeconómicos de nuestro país, serán más favorables que en 2013. Incluso se dice que la realidad superará a lo previsto y que 2014 será, sin duda, el año de la recuperación. Así lo afirman tanto Rajoy como Fabra.
Pero el ciudadano de a pie eso no lo nota o apenas lo percibe; el número de parados está ahí aunque disminuya poco a poco; las familias en el umbral de la pobreza aumentan y a las empresas y a los emprendedores apenas les llega el crédito. Y nuestro sector exterior, en particular el cerámico, incrementa sus exportaciones, las redirige a los mercados que tienen más demanda pero siguen vendiendo a precios muy ajustados.
Ante esta panoplia de datos, cada vez menos negativos o más favorables se puede ser excesivamente optimista y lanzar las campanas al vuelo, en este caso hablando claramente de recuperación y de salida de la crisis, o se puede reflexionar sobre si esa salida se asienta sobre bases sólidas o si la crisis es o está siendo una oportunidad para mejorar.
Es ésta una reflexión a realizar por cada persona, gerente o consejo de administración para la cual sugiero algunas preguntas que yo también me contestaré:
En el inicio de la crisis se hablaba de cambio del modelo productivo, de diversificar la producción, ¿creen que se está haciendo algo en este sentido? Yo creo que no.
Se aludía también en ese inicio, y por empresarios importantes, sobre la necesidad de reimplantar la cultura del esfuerzo y del trabajo bien hecho, de nuevos valores en la sociedad, ¿se aprecia alguna actuación en esta línea? En absoluto.
Se ha insistido en la necesidad de prestigiar la formación profesional, de adaptarla a las necesidades de las empresas, de hacerla versátil y flexible, ¿se ha hecho algo que no sea hablar del modelo alemán? Nada.
Se nos llena la boca diciendo que es fundamental para un país invertir en I+D+i, ¿se ha actuado en este sentido?
Y hablando de recaudación fiscal, ¿hay algún plan para reducir o eliminar el fraude y prestigiar el pago de impuestos?
En estas dos últimas preguntas se ha actuado al revés, reduciendo de manera relevante las inversiones o dando una imagen contraproducente, la de la corrupción.
Con todo esto, ¿creen que todos los buenos datos lo son porque el país o la provincia están asentando su futuro sobre bases sólidas o porque estamos sólo saliendo de este túnel?
