Juan Francisco Roca. Periodista deportivo.
El domingo accedí a Castalia dispuesto a ver un gran partido de rivalidad provincial entre el Castellón y el Villarreal C, y me marché a casa con una tremenda satisfacción, marcador a parte, por el extraordinario comportamiento que tuvieron cada uno de los cerca de ocho mil aficionados que se dieron cita para ver este duelo de Tercera División. Campañas atrás hemos asistido a comportamientos despreciables por parte de un reducido número de seguidores albinegros. Pero el domingo fue todo lo contrario. Deportividad en el campo y en la grada; desde el gol sur bajo al norte bajo, de la Preferencia a la Tribuna. Un diez para todos.
Y es que desde el 1 de enero de 2015 ha entrado en vigor un nuevo sistema por el cual el árbitro ahora puede redactar en el acta, en el apartado de otras incidencias, cualquier mala conducta: insultos a propio colegiado, de la grada al equipo contrario, cánticos contra el rival... cualquier cosa que esté de más, puede estar reflejado en el acta y la Comisión Contra la Violencia tiene la potestad para cerrar diferentes partes de la gradas del campo (desde donde hayan venido los insultos), o el campo completo, o caerle el pelo al despreciable aficionado que haya sido identificado por las fuerzas de seguridad a requerimiento del colegiado.
Vamos, que se quiere poner cerco a la violencia en los estadios, a la mala conducta. Y la afición del Castellón ya sabía de antemano que a partir de ahora toca centrarse en apoyar su equipo y dejar al margen al rival, sea el Villarreal C, el Ribarroja, el Cullera o el Orihuela. Eso o exponerse a fuertes multas. Y a la entidad de la capital de la Plana no le caerá ningún anillo si tiene que retirarle el pase a un abonado. Tiempo al tiempo.
Luego, el partido no es que fuera la octava maravilla futbolística, pero se vio un bello espectáculo acompañado por el ambiente en las pobladas gradas de Castalia. Ganó el Castellón, pudo haberlo hecho el Villarreal C, o incluso se pudo haber empatado. El conjunto de la capital de la Plana no hizo su mejor encuentro como local, y el segundo filial amarillo dio una lección de fútbol abierto, bien trenzado y descarado en busca de la portería albinegra.
Se respiró un extraordinario ambiente. No diría de Primera División. Ya casi que ni me acuerdo de aquél ambiente de finales de los ochenta y principios de los noventa. Pero sí un ambiente de las dos primeras temporadas en Segunda División, del último ciclo: la 2005-06 y 2006-07. Ganas de fútbol. Ganas de apoyar al equipo que va camino del ascenso a Segunda B (falta mucho, incluso un peligroso 'play-off'). Mucha gente joven con bufandas albinegras, camisetas albinegras, gorras albinegras,...
Todo porque esta temporada las cosas se han hecho con cabeza,... y cartera. Por eso hoy es un buen día para dar las gracias a esa afición que acudió el domingo a Castalia, cerca de ocho mil fieles, y que tan buen comportamiento tuvo. Ejemplar. Como diría el pequeño dramaturgo, poeta y novelista pontevedrés Ramón María Valle-Inclán, un comportamiento “para quitarse el cráneo”. Y que esto no sea flor de un día.