José Vicente Ramón Moreno.
A estas alturas creo que a nadie se le escapa que Galanía es una palabra derivada de gala y tampoco creo necesario explicar las connotaciones protocolarias que se desprenden de esta última. Si aún tenemos a alguien perdido que piense en el significado intrínseco de la expresión ‘ponerse las mejores galas’.
Esto, en el caso que nos ocupa, no significa ponerse lo más caro o lo más llamativo, sino lo que suponga por elegancia, estilo y sobriedad la celebración de una gala.
Esta introducción viene a desembocar en una reflexión en voz alta sobre la forma de vestirse de muchas de las personas que asistieron, el sábado pasado, al acto de Galanía a la Reina de las Fiestas 2013, Srta. Cristina Pastor Salines.
No es de recibo encontrarse señoritas (e incluso alguna señora) con ‘cinturones’ anchos, escotes delanteros o traseros desbocados o calzados casi más propios de un rodeo.
Con la honrosa excepción de algunas de nuestras Reinas anteriores y algunas señoras más, los trajes largos (imperativos en un acto de gala) se dejaron ver más bien poco.
Tampoco los señores se escapan de la reflexión ya que para un acto de gala se impone el uso del smoking y, si no se dispone de él, debe utilizarse un traje oscuro con camisa y corbata. Tampoco son tolerables vaqueros por muy estilosos que sean o chaquetas sin su correspondiente apéndice central (y no estoy hablando de cintura para abajo, para los malpensados).
Convirtamos la Galanía en lo que debe ser y respetemos el protocolo de los actos. También podríamos aplicar aquello de que ‘qui te que donar llum, …’ (ya se sabe).
