Juan Giner. Militar en la Reserva e Investigador Histórico.
Hemos alumbrado una democracia ficticia regida por un ‘club partitocrático’ conformado por un doble círculo de amiguetes que al amparo de listas cerradas han propiciado la inclusión en las mismas de individuos cuando menos de dudosos ‘certificados de penales’.
Deberíamos preguntarnos como terminar con la corrupción cuando paradojicamente el ‘club’ pone en la dirección del mismo a los que han vivido y siguen viviendo de ella. Es la chapuza y la componenda patria reunida en torno a los partidos políticos que se permiten escudarse en frases como "la democracia somos todos" pero que no atisban a diferenciar entre ese matonismo político que les es propio con el verdadero demócrata que, este sí, se ve obligado por pura convicción, honradez y dignidad a contribuir al difícil progreso de esta España que no llega a fin de mes.
Esta ‘pandereta política española’ que mueve al éstasis de la ironía ‘chusca’ con polígrafos, declaraciones juradas y desmentidos , insufla en la opinión pública la certeza del amaño, truco y excusa que a lo más se asemeja al título de aquella magistral obra de Jardiel Poncela ‘Los ladrones somos gente honrada’.
Este desmedido ánimo de lucro con payasos incluidos, viajes de placer, trajes, bolsos, gasolineras, ITV, Mercasevillas, Eres, Paraisos etc. etc. mezclado con sonrisas y petulancia sin límites mueven a enervar el ánimo del pensionista, del parado, etc. que atónito se ve abocado a presenciar tal expolio nacional a las puertas de Caritas a la espera de esos brotes verdes que les prometen entre ‘sonrisas y corbatas’.
