Guillermo Miró. Ingeniero Industrial.
Recuerdo que en la carrera había una asignatura que versaba sobre fuentes de energía, donde en un apartado estudiamos las fuentes de energía renovables, las más convencionales (hidráulica, biomasa, eólica, solar fotovoltaica…) y las más experimentales: geotérmica, solar térmica, mareomotriz… Sin embargo, hasta hace poco tiempo nunca había oído hablar de la energía undimotriz. Ha saltado a las noticias porque en España se está desarrollando un programa pionero para el aprovechamiento de esta energía, y para finales de este año se espera la instalación de una planta piloto en Las Palmas de Gran Canaria, y actualmente en el País Vasco existen dos instalaciones experimentales. ¿Por qué allí? Porque la energía undimotriz es la energía obtenida a partir de las olas del mar.
Debido a la atracción gravitatoria de la Luna y del Sol sobre las masas de agua de nuestro planeta, éstas cambian de altura sobre la superficie terrestre, en el fenómeno conocido como mareas, y la energía mareomotriz es la que se obtiene al aprovechar estas. Sin embargo, la energía undimotriz se obtiene a través de la captación del movimiento de las aguas de los océanos y mares resultado del efecto del viento sobre la superficie del agua, es decir, las olas.
En concreto, el sistema funciona de la siguiente manera: un dispositivo formado por dos cuerpos que se desplazan relativamente en vertical uno respecto del otro en función del oleaje, y este movimiento mecánico es transformado en energía eléctrica mediante un generador que se encuentra alojado dentro del propio dispositivo. Evidentemente, también es necesario disponer de sistemas de control electrónicos que controlen la potencia obtenida del generador, que es gestionada de forma óptima en función de las características del oleaje en cada momento. Asimismo, parte de la potencia eléctrica generada es utilizada para el suministro eléctrico de los servicios auxiliares y de comunicación remota que permita la operación y monitorización del sistema desde el puesto de control situado en la orilla, ya que se instalan normalmente a casi diez kilómetros de la costa.
Así, nos encontramos delante de una energía limpia y bastante segura, además más de fácil de predecir que otras energías renovables (por ejemplo, es más fácil llegar a predecir condiciones óptimas de oleaje que condiciones óptimas de viento para obtener energía eólica, ya que su variabilidad es menor). Sin embargo, hay que tener en cuenta su impacto ambiental a nivel visual, así como un impacto económico en especial en el caso del cableado submarino y la instalación, muy costoso. Por todo esto, se está inviertiendo en múltiples proyectos de investigación para el desarrollo de esta novedosa forma de aprovechar la energía.
Como siempre he comentado aquí, las noticias no son muy halagüeñas para el modelo energético que sustenta el mundo en el que vivimos: contaminación, agotamiento de energías fósiles, aumento del despilfarro energético… Iniciativas como ésta dan pasos en una dirección diferente, pero es necesaria la implicación de cada uno de nosotros para que este cambio ocurra, y poder beneficiar a nuestros hijos con un planeta más limpio y eficiente a todos los niveles. Como siempre, comentarios abiertos para sugerencias, ideas… Hasta la semana que viene.