Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.
El martes, miércoles y jueves los alumnos de toda España, de la Universidad y de Secundaria, ha estado llamados a secundar una huelga contra la LOMCE y contra la política educativa del gobierno del PP. El jueves, además, convocados por unanimidad, lo que resulta algo inédito, por todos los sindicatos han sido los profesores los llamados a la huelga. Y por supuesto, estas movilizaciones están respaldadas por las principales asociaciones de madres y padres de alumnos.
En definitiva, que la LOMCE de los señores Wert y Rajoy contara con el rechazo de todos los grupos parlamentarios en su tramitación en el Congreso no es más que un reflejo de la repulsión que siente el conjunto de la sociedad civil española ante la política educativa del Partido Popular y ante esa Ley casposa y retrograda que nos quieren imponer.
Pero no sólo es la LOMCE, que no es más que la última secuencia de la acción de gobierno del PP en materia educativa; es mucho más. Así, desde que gobiernan, desde que contamos con Wert en Madrid y con Català en Campanar, hemos tenido que sufrir en nuestro sistema educativo el aumento de ratios y el aumento de horas lectivas para los docentes, con la consiguiente reducción de la atención a la diversidad. Hemos visto así mismo virulentas campañas de desprestigio lanzadas contra el profesorado. Hemos visto el aumento brutal de las tasas universitarias y la tremenda reducción de becas tanto en la Universidad como en las Enseñanzas medias. Han procedido al mismo tiempo a la disminución terrible de las ayudas para libros, al recorte de las ayudas al comedor y al transporte para los escolares más necesitados. Han perpetrado en definitiva una política elitista y reaccionaria diseñada para proteger el sentido patrimonial que las élites extractivas han tenido de las instituciones educativas de este país.
De ahí las manifestaciones y huelgas que se están celebrando esta semana. Y la verdad, llegados a este punto, dudo mucho que el cambio de Wert, el ministro peor valorado de la historia, suponga ningún cambio. Se ha llegado al punto de que el único cambio posible y real es el del gobierno. La chulería y prepotencia que han demostrado no merece otra cosa.