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viernes, 22 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:28

Una pila de pilas

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Guillermo Miró. Ingeniero Industrial.

Hola a todos. El otro día paseando por mi ciudad encontré que se había instalado un panel de publicidad con un depósito de reciclaje de pilas en su base. Pensando, eché cuentas de la cantidad de aparatos  que utilizan pilas para su funcionamiento (y menos mal que el teléfono móvil usa batería recargable), y salía cerca de una docena a la vez. Las pilas forman parte de nuestra vida cotidiana, y esta semana vamos a conocerlas un poco más.

La definición de pila es la de un dispositivo que convierte energía química en energía eléctrica mediante una reacción química transitoria, por lo que su uso no es infinito y han de renovarse sus reactivos constituyentes puesto que sus características resultan alteradas durante el mismo. La energía producida se aprovecha mediante dos terminales que tiene la pila, llamados polos, uno es el polo negativo o ánodo y el otro es el polo positivo o cátodo.

La pila fue desarrollada por Alessandro Volta a finales del siglo XVIII cuando, a partir de las observaciones de Luigi Galvani sobre impulsos eléctricos en músculos animales, predijo que la unión o contacto entre dos metales diferentes que estaban unidos por una conexión húmeda provocaba la aparición de la electricidad. El propio Volta verificó experimentalmente esta hipótesis, y en 1800, inventó la primera batería o generador electroquímico capaz de producir una corriente eléctrica mantenida en el tiempo, y por ello fue conocida como pila voltaica. La pila voltaica consistía en pares de discos de cobre y zinc apilados uno encima del otro (de ahí el nombre de pila), separados por una capa de tela o de cartón impregnado en agua y sal.

Desde aquel primer artilugio han aparecido muchas más evoluciones sobre la pila, que hacen de ella un artefacto muy importante en la vida moderna de Occidente. Sin embargo, este hecho tiene una contrapartida muy importante que empieza cuando las pilas o las baterías se gastan, terminan de ser útiles y hay que deshacerse de ellas. Aunque sólo representan un 0,20% de los residuos totales que se generan en nuestros hogares, en su fabricación se usan metales pesados como el mercurio, el plomo, el cadmio y metales ácidos, muy peligrosos para el medio ambiente. Si acaban mezcladas con el resto de la basura en el vertedero, los metales tóxicos que contienen acabarán tarde o temprano por contaminar suelos y aguas. Además, si son incineradas pueden liberar a contaminantes aún más peligrosos la atmósfera, como el vapor de mercurio, altamente tóxicos para los seres vivos.

Por ello, es muy importante realizar una correcta recogida de las pilas, especialmente las de botón, que son las más contaminantes: una sola pila botón de mercurio puede contaminar 600.000 litros de agua. Afortunadamente los consumidores somos cada vez más conscientes de que las pilas usadas no son basura normal, sino un residuo especial, tóxico y peligroso: según una encuesta reciente de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), un 90% de los encuestados separa las pilas. Pero aún falta un 10%.

En resumen, las pilas actuales son un artículo de consumo masivo que permiten realizar muchas tareas desconectados de la energía eléctrica, pero al mismo tiempo son un elemento potencialmente contaminante y peligroso, por lo que hay que tratarlos correctamente para no afectar más a nuestro entorno. Como siempre, comentarios abiertos para dudas, opiniones… Hasta la semana que viene.