José Antonio Rodríguez. Asesor Fiscal.
Les suena? No es el título de una película de Berlanga, ni tampoco el enunciado de un chascarrillo de tiempo ha, sino más bien el triunvirato que hace años era el símbolo de autoridad en España, fundamentalmente hasta el final de la década de los sesenta y en mayor grado en entornos rurales .
Eran el exponente de los poderes sociales y fácticos, habitualmente en sintonía.Todos con autoridad, la mayoría impuesta. Además en esa pirámide de prestigio social se encontraban también debidamente considerados el maestro(a), el médico y el boticario o farmacéutico.
La sociedad ha ido evolucionando y cambiando con el tiempo, unas veces para mejor y otras simplemente para cambiar. De estas figuras o personajes, los alcaldes son elegidos hoy por sufragio universal y no designados a dedo como antaño. El cura lo es para los creyentes en un entorno notablemente laicista y el cabo de la guardia civil en quien representamos a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado tienen una configuración democrática propia de los tiempos.
Del mismo modo la imagen de médicos, maestros, farmacéuticos y otros tantos ha evolucionado, integrándose en entornos sociales más abiertos. Tras un periodo en el que hemos cuestionado toda la estructura de nuestra sociedad, los servicios que recibimos y a quien nos los prestan, concluimos con que la "autoridad" hoy se consigue a través del prestigio que otorga el trabajo bien hecho en el tiempo; si no es así, se es efímero en lo público y en lo profesional poco considerado.
Afortunadamente son las personas y no los colectivos quienes reciben esa consideración y reconocimiento por el resto de conciudadanos.
Dos breves ejemplos. Un maestro de un centro CAES (Centro de Acción Educativa Especial), en el que la mayoría de los alumnos escolarizados son de etnia gitana, comentaba con satisfacción el respeto y consideración con el que los padres de sus alumnos atendían sus convocatorias para tratar temas relacionados con sus hijos. Para ellos el es "su maestro" que se preocupa y ocupa, que los atiende y que más allá del puro academicismo está con ellos. Es validado día a día por alumnos de primer y segundo curso de educación primaria y como consecuencia lo validan sus familias.
Un médico de familia (médico de cabecera de toda la vida) recibe en su consulta diariamente a pacientes de diferente tipología y edad con diversas afecciones y patologías. En varias ocasiones ha cambiado de lugar de trabajo y comentaba lo complicado de la situación que se le plantea en estas ocasiones pues ocurre que un cierto número de ellos pretende cambiar de centro de salud y trasladarse junta a ella para que continúe siendo "su médico".
Ambos casos, no tan infrecuentes como pudiera parecer solo reflejan que es necesario realizar con profesionalidad, seriedad, y dedicación el trabajo al que nos dedicamos, que no podemos usar la técnica de balones fuera para justificar la falta de autoridad del profesor en la escuela o instituto, o lo pobre de la atención del médico por el gran número de pacientes que tiene diariamente.
Los colectivos están compuestos por personas y son estas con su proceder diario las que consiguen la validación del resto de la sociedad. Busquemos cada vez más la excelencia y huyamos de la mediocridad, asumiendo nuestra porción individual de responsabilidad en la participación. Con toda seguridad nos irá mejor.