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domingo, 24 de noviembre de 2024 | Última actualización: 21:28

Como la mujer del César

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José Vicente Ramón Moreno.

Por desgracia estamos acostumbrándonos, cada vez más, a ver cómo van siendo imputados (o llamados a declarar, inicialmente, como testigos) diferentes cargos públicos, cada vez más cercanos a la ciudadanía, que han accedido a ellos como personas de confianza y no como funcionarios de carrera.

Es probable que en el desarrollo de su trabajo hayan realizado acciones que, sin saberlo, pudieran ser constitutivas de alguna falta o delito, ya que pasan a ser gestores de los fondos pero no técnicos en la materia y, en este caso, serían disculpables ciertos errores aunque no admisibles ya que tienen ocasión de consultar a los técnicos la punidad o no de las acciones a realizar.

También lo es que, por alguna razón, hayan tenido que cumplir su cometido por aquello de la ‘obediencia debida’ dentro del escalafón de mando. En este caso deberían asumir su parte proporcional de la culpa o haberse rebelado contra el cohecho.

Por último, podemos pensar que en algún caso pueden haber realizado este tipo de acciones por aferrarse a ‘una silla’ que, de otra forma, perderían. Aquí no queda otra que ‘apechugar’ con lo que ‘llueva’.

En todos los casos, con mayor o menor culpabilidad directa, están esperando a que el juez llame a cada uno a declarar en lugar de dirigirse a él con la cara bien alta y decir: “señor, en el desempeño de mis funciones, yo he tenido que realizar esta, esta y esta otra acciones que vengo a exponerle por si fueran constitutivas de alguna irregularidad”.

Con esta acción colaborarían con la Justicia para agilizar las investigaciones y a buen seguro que, en el caso de ser imputados, tendrían una atención especial por parte del juez por su colaboración.

Esta pasaría, también, por la devolución inmediata (antes de ningún juicio) de los importes que hubieran sido retirados indebidamente. Sólo esta sería la forma de demostrar el verdadero arrepentimiento y la total colaboración.

Señores cargos públicos, que lo de ‘la mujer del César’ no es sólo palabrería, que hay que ‘serlo y demostrarlo’ para estar en paz con uno mismo pero, sobre todo, con la sociedad que lo está pasando mal.