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domingo, 24 de noviembre de 2024 | Última actualización: 10:29

La vida en la gran ciudad (V): La gripe

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Juan Teodoro Vidal. Químico. 

No es que sea exclusivo de la gran ciudad el pillar (o más bien que te pille) la gripe. Pero en la gran ciudad adquiere tonos épicos, de gran batalla entre el bien y el mal. Y, aunque ya sabes que lo normal es que ganes esa batalla, porque te has vacunado y hay fármacos que te alivian un poco, es una faena caer en la trampa que tienden los virus.

Vas a la oficina y ves que uno de tus compañeros ha faltado. La gripe te dicen. Piensas egoístamente: al menos no me contagiaré. Qué va: siempre hay alguien que viene de visita, que viene a verte, que la está incubando, que tiene una responsabilidad por su trabajo a prueba de virus o que sabe que si no va a hacer su trabajo será un día perdido, no cobrará nada, y te sirve en bandeja la infección. Como tenemos la costumbre de darnos las manos o de besarnos, según el sexo del visitante, con ese contacto físico nos transmitimos también la guerra biológica.

Porque es una guerra. Empiezas teniendo temblores, apatía, dolores musculares, te sube la fiebre, te da la tos. Sólo una pequeña muestra a escala del mundo real, de lo que ocurre en ese otro nivel de la realidad que es el celular. Los virus infiltrándose en todos tus tejidos, los linfocitos atacándolos y tragándolos hasta que ya no pueden más y mueren, el sistema inmunológico produciendo anticuerpos a todo meter, del tipo necesario para acabar con la invasión. Una guerra química, biológica y de cuerpo a cuerpo hasta que o ellos acaban contigo o tu acabas con ellos.

Mientras tanto te sientes inválido. Las distancias, aunque sea sólo para pasar la calle, se te hacen eternas, no tienes ganas de nada, no respiras bien, todo te duele. En medio de la ciudad con tantos vecinos, tanta gente conocida y desconocida, tanta muchedumbre de compras o de comer fuera, te sientes sólo y extraño. Das gracias si no llegas a tener infección en los bronquios, o sea invasión por bacterias, aprovechando que te has quedado hecho polvo como consecuencia de los virus...

Y te preguntas dos cosas:

- ¿Qué ganan los virus con este comportamiento? Lo máximo que hacen cuando pierden es contagiar a otros. Cuando ganan y matan al paciente, ellos también mueren.

- Si los humanos somos tan listos y hemos hecho tantas medicinas para acabar con tantas enfermedades, ¿cómo es que no somos capaces de atacar y vencer una enfermedad que todos los años causa tantas bajas laborales y tantas muertes en personas de riesgo?