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lunes, 25 de noviembre de 2024 | Última actualización: 23:18

¿Cuántas guerras quedan por librar?

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Juan Teodoro Vidal. Químico. 

Tenemos noticia de guerras, desde siempre, ya en la antigüedad, por relatos históricos. Por mucho que idealicemos sus aspectos épicos, las guerras son sucesos trágicos, destruyen vidas, bienes y las sufren luego muchas generaciones. Ha sido así siempre y, aunque la humanidad ha ido construyendo sociedades capaces de resolver muchas disputas por vía pacífica, mediante negociación y diálogo, las guerras siguen existiendo.

Las dos grandes guerras mundiales ilustran claramente que no hemos aprendido mucho a lo largo de siglos. Los bombardeos masivos, incluidas bombas atómicas contra población civil desarmada, nos retrotrajeron a la época en que no valía la pena conservar la vida del vencido.

¿Queréis ejemplos de más guerras recientes? La de Korea; la de Vietnam que llegó a considerarse una tercera guerra mundial, por la implicación de muchos otros países, principalmente U.S.A , U.R.S.S., China, Laos y Camboya; las ocurridas en torno a Israel; las de Biafra en Nigeria y de Bangladesh en la península de la India; las varias de Yugoslavia, primero entre Serbia y Croacia, y luego en Bosnia y Kosovo; las de Irak y Afganistán; las matanzas de tutsis por los hutus en África central; las interminables guerrillas en América; las guerras civiles de Libia y Siria; y los muchos golpes de estado cruentos; son todas ejemplos (no exhaustivos), deplorables de lo que puede hacer el ser humano vuelto al estado de barbarie, pero con armas del siglo XX y XXI.

Creo que los humanos, ya liquidados los depredadores clásicos por nuestra propia acción esquilmatoria de recursos naturales, nos hemos convertido en depredadores de nosotros mismos. Siempre existe el ambicioso que consigue auparse como líder de su manada y quiere apoderarse de lo de otros por el medio que sea, sin descartar la fuerza. Muchas guerras tienen el trasfondo de querer conseguir el mayor poder posible, entendido como poder de decisión, dominio de recursos naturales, pero sobre todo poder sobre las conciencias de los demás. La gente en un estado ideal de equilibrio, no está interesada en conflictos. Algunas religiones, ideologías y propaganda desequilibran a la población y pueden crear la figura del enemigo en forma de infiel, adversario, extranjero, radicalizando la actitud y preparándonos, bien por la imposición, bien por medios sutiles, como el uso de un lenguaje permanentemente dirigido y sesgado, para atacar al contrario, como hacen a veces los nacionalismos.

Quizá las guerras clásicas tiendan a desaparecer, pero nos amenazan muchas batallas no convencionales, basadas en el uso de la red y de medios de comunicación como transmisores de nuevas ideologías y propaganda, que exploten nuevas diferencias y desequilibren a la gente. Junto a ataques terroristas, de los que no creo que nos libremos fácilmente, las nuevas guerras se caracterizarán porque:

1/ de algún modo ocurrirán en nuestras propias cabezas, merced a la propaganda.

2/ serán globales.

3/ habrá una multiplicidad simultánea de frentes.

Nadie está a salvo. El mejor antídoto que se me ocurre es “Piensa por ti mismo”.