Juan José Pérez Macián. Concejal delegado del Área de Gobierno de Hacienda, Modernización y Administración Municipal del Ayuntamiento de Castellón.
Comenzamos la última semana de enero. En puertas, la primera de febrero. Dos semanas importantes. Dos semanas intensas. Turismo y cerámica. Economía, empleo, riqueza. Dos semanas para creer en el futuro. Dos semanas para trabajar desde el presente la salida de la crisis.
Durante esta semana Madrid acoge la feria anual del turismo más importante del mundo: FITUR. Castellón estará, como cada año, en ella. Ahora, más que nunca, hay que estar en FITUR. La violenta sacudida de la crisis nos ha dejado noqueados. Los sectores productivos que tradicionalmente habían dado riqueza a nuestro territorio han sucumbido a los dolorosos latigazos de esta crisis cruel y virulenta. Y el turismo se considera en estos momentos uno de los sectores estratégicos clave para salir de esta adversa situación. Castellón es potencialmente una provincia ideal para despertar el atractivo turístico de todo tipo de cliente. Está en condiciones de seguir interesando al turista que busca sol y playa. Al de toda la vida.
Pero además puede despertar el interés del turista cultural, del deportivo, del de congresos, del gastronómico, del que persigue conocer tradiciones ancestrales, del que busca fiesta y del que desea disfrutar de hermosos parajes naturales tanto de montaña como de litoral. Castellón tiene un potencial enorme para hacer del sector turístico un gran cañón con el que dispararse hacia un futuro de empleo y de riqueza. Pero es fundamental creer en ello. Hay que convencerse de que podemos. Hay que querer poder y hay que quererlo ya. Sin demoras.
Cada vez que camino o recorro en bicicleta la vía verde desde Benicàssim hasta Oropesa, mientras disfruto del maravilloso paisaje que se contempla, pienso que valoramos muy poco todo aquello que tenemos tan cerca, tan alcance de la mano. Pienso que ese mismo camino, ese entorno que se divisa, es el paraíso prometido si quien lo anda es un salmantino o un soriano, por poner dos ejemplos. Ya no quiero poner a un alemán o a un holandés que, sin duda, levitarían. Visitar el Santuario de la Balma es una experiencia religiosa, o misteriosa, o para-psicológica, no sé...pero es una experiencia. Las grutas de San José son un regalo para los sentidos sumidos en las entrañas de la tierra navegadas por un río oculto a la vista. Encontrarse frente a la monumentalidad de la silueta del castillo de Morella traslada al visitante a la Edad Media. Descubrir Peñíscola te cambia la vida. Sucumbir a los encantos de los pinares de la Sierra de Espadán y de sus pequeños pueblos de casas de cal blanca merecen una escapada. Las Santantonás, la entrada de toros de Segorbe. Las ricas y variadas viandas de los pueblos del interior y también los pescados y arroces de nuestra costa. Podría seguir desgranado motivos, razones y lugares atractivos al turismo. Tenemos lo que el turista quiere encontrar y disfrutar. Nos falta valorarlo en su justo término. Nos falta ponerlo en valor, creérnoslo. Y no son tiempos de desperdiciar un tesoro tan valioso que tantas alegrías podría darnos. FITUR es, de nuevo, una oportunidad. Pero la labor y el esfuerzo en situar a Castellón en el lugar de referencia turística en el que puede y debe estar han de ser diarios.
Terminará en Madrid FITUR y comenzará en Valencia CEVISAMA. Eso ocurrirá la semana siguiente, primera de febrero. Y ¿qué quieren que les diga...? Castellón ha tenido en el azulejo y la cerámica la maquinita de hacer dinero durante mucho tiempo hasta que la maquinita dijo “basta”. Habrá que confiar en volverla a poner en marcha. La exportación ha de ser un objetivo. Por lo tanto, habrá que apuntar bien, y acertar.
La confianza en estos dos sectores, los aciertos en ambos, pueden generar empleo. Son una esperanza.