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viernes, 22 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:28

Orgull de genealogia

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Juan José Pérez Macián. Concejal delegado del Área de Gobierno de Hacienda, Modernización y Administración Municipal del Ayuntamiento de Castellón.

Hugo cumplirá dos años en mayo. Hugo es vivaracho, despierto, curioso. Es un niño alegre, extrovertido, muy sociable. Hoy, tercer domingo de cuaresma de este 2013, Hugo irá en romería con sus padres hasta la ermita de la Magdalena. Hoy es un día importante, muy importante, para Hugo...aunque él todavía no lo sepa.

Decenas de miles de castellonenses recorreremos hoy juntos el camino hasta el lugar donde Castellón tuvo sus orígenes. Es un día importante para todos nosotros. Lo hacemos una vez al año, y lo hacemos con pasión, con devoción. Nos sentimos alegremente obligados a ello porque somos ciudadanos de un pueblo que recuerda su historia y tradiciones, es agradecido con sus antepasados, es leal con su presente y se ilusiona con su futuro y el de quienes nos sucederán en el tiempo.

Por eso se ha venido transmitiendo de padres a hijos, durante siglos, el respeto por esta romería de obligado cumplimiento para conmemorar y no olvidar de donde venimos y hacia donde vamos. Por eso un día mi padre y mi madre me llevaron siendo aun muy niño a la Magdalena y me contaron desde la blancura de sus muros, con el tintineo agudo de su campana resonando en mis oídos, que allí estuvo el primer Castellón, el antiguo, el de los primeros castellonenses con el que todo empezó. Me explicaron que un Rey Conquistador les permitió trasladarse al llano que desde allí se divisaba, y que fundaron nuestra ciudad. Y supe que cada año había que regresar allí para no olvidar jamás aquel origen.

Y así lo hice siempre, año tras año, sin excepción. Con mis padres durante muchos años, con los amigos de la adolescencia después, con la gran pandilla de los mejores años luego, con las chicas que creí amar más tarde, con los festeros de mi gaiata también, y con mis compañeros de la Junta de Fiestas, y acompañando a muchas Reinas de las Fiestas. Regresé, por supuesto, con mi hija, ahora preadolescente, y la senté sobre el murete de la explanada, junto a la torre cilíndrica, y le conté con cuidado cariño y con orgullo, lo mismo que mucho antes me habían contado mis padres siendo yo aquel niño que fui.

Aunque él no lo sepa aún, hoy es un día importante para Hugo. Su padre lo sentará hoy sobre aquel mismo murete blanco de la ermita y le contará con el mismo cuidado cariño y el mismo orgullo, la misma historia. Aunque no comprenda lo que su padre le dice sobre unos hombres y mujeres que vivieron mucho tiempo atrás allí y que luego bajaron al llano y nació Castellón, Hugo irá señalando con la ternura de su dedo índice todo cuanto verá desde la altura del cerro. Verá a miles de hombres y mujeres, niños y niñas, jóvenes y ancianos, llenando los caminos que conducen a la pequeña ermita de la Magdalena. Y la semilla de su espíritu castellonero, la impronta de su castellonerismo, habrá quedado sembrada y lista para dar fruto.

Hoy es un día muy importante para Hugo. Hoy es un día feliz para mí. Hugo es mi hijo.