Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.
‘Cínico’ es el calificativo más suave que a uno se le ocurre cuando contempla al gobierno de España, al ejecutivo del señor Rajoy y a sus voceros y correveidiles intentar vendernos la moto con el tema de las pensiones. Y es que escuchar a la señora Báñez y a la señora Cospedal decir, como si fuera un logro, que las pensiones subirán todos los años al menos un 0,25 % y afirmar sin ruborizarse que no perderán poder adquisitivo es algo peor que un insulto a la inteligencia; es un insulto a la dignidad y a la paciencia de nuestros mayores y del conjunto de nuestra sociedad.
En primer lugar, está previsto por el propio ejecutivo que el IPC, la inflación, suba los próximos años al menos un 1 %, con lo que cada año nuestros mayores perderán al menos un 0,75 % de poder adquisitivo. Pero es que, además, lo más seguro es que la inflación se sitúe alrededor de un 2 % anual, lo que implicará una pérdida anual de capacidad adquisitiva de una pensión de un 1,75 %. De resultas de todo ello, con las previsiones del gobierno, la pensión media en el año 2019 será 638 euros inferior a lo que sería si no se aplicase la reforma. Y si los próximos años se coloca, como ha sucedido siempre incluso en el mejor de los casos, la inflación en un 2 % anual, la devaluación acumulada equivaldría a 109 euros mensuales, unos 1.525 euros en todo el año. Con el 3 % anual de aumento del IPC, lo perdido por los pensionistas llegaría a casi 2.500 euros al año. Por lo tanto, el gobierno falta a la verdad. Y lo hace con todo el desahogo y una absoluta falta de vergüenza y de pudor.
Claro que tampoco van sobrados de ética unos sindicatos como CC.OO y UGT que ahora se rasgan las vestiduras, pero que ratificaron el aumento de la edad de jubilación a los 67 y el aumento del periodo para el cálculo de pensiones que perpetró el nefasto ZP.
En cualquier caso, hay soluciones en el tema de las pensiones. Y una, además de aumentar la productividad de nuestra economía o intentar revertir la pirámide demográfica, es tan sencilla como igualar el gasto en pensiones, que ahora se sitúa en el 10 % del PIB, a la media europea, que está en el 12,2% del Producto Interior Bruto de los distintos países. El resto no es más que un desvergonzado intento de hacer pasar por necesario lo que no es más que ideología neocon.
