Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.
Este año 2013, que por fin acaba, no sólo ha sido el peor de la Crisis; ha marcado un punto de difícil retorno en cuanto a la pérdida de derechos sociales y civiles de los ciudadanos de este país.
En cuanto a la Crisis, por mucho que los poderes fácticos de este país estén empeñados en sentenciar el fin de la misma, lo cierto es que cada vez está más claro que presenta forma de “L”, y que, hasta como ha pronosticado el mismo FMI, nos espera un largo periodo de al menos cinco años con tasas de crecimiento raquíticas y una tasa de paro por encima del 25 %. De hecho, es cierto que este año el paro se ha estabilizado, pero ha sido después de cinco años de crisis y ha venido acompañado de una emigración masiva y de un descenso generalizado de la población activa. Esa ha sido la realidad de este año.
Todo ello ha ido acompañado de una reforma laboral brutal, que incide en la pérdida de derechos de los trabajadores, en la precarización del empleo y en el abaratamiento de la mano de obra. Y es que eso, abaratar la mano de obra y emprender el camino del Tercer Mundo, parece ser la única idea que tienen las elites extractivas de este país, con el gobierno del nefasto Rajoy al frente, para remontar la Crisis. Eso sí, mientras, ellos, tan ufanos, hacen que sigamos siendo una de las potencias en evasión y en elusión fiscal, y que los ricos sean cada vez más ricos y se agrande la brecha social. Tal vez por ello, siguen empeñados en desmontar el incipiente Estado de Bienestar con el que nos habíamos dotado. Por ello, con Cataluña y Madrid al frente, los programas de privatización de la Sanidad se han acelerado, mientras persisten multiplicados los ataques a la Enseñanza Pública, y se aceleran los hachazos destinados a nuestro sistema de Pensiones.
Claro que la novedad de este 2013 ‘horribilis’ ha sido otra. Se ha emprendido un camino sin retorno, si no lo remediamos los ciudadanos de este país, hacía la pérdida de derechos civiles. La Ley de Seguridad Ciudadana, que persigue y criminaliza la protesta social, la Ley de Seguridad Privada, o la nueva Ley del Aborto van en esa línea; la línea del autoritarismo más rancio que a duras penas puede pasar ya ni por una Democracia disfrazada.