Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.
España es, tras Letonia, el país europeo con más desigualdades sociales y económicas. Así, según un reciente estudio de Intermón Oxfam, los veinte españoles más ricos acumulan una fortuna superior a la que poseen los nueve millones y medio de españoles con menores ingresos. 20 personas pues tienen más dinero que el 20 % de los ciudadanos españoles con una menor fortuna.
Al mismo tiempo, y tal como ha señalado el profesor de Sociología José Saturnino Martínez, en ningún otro país de la OCDE el 10 % de la población más pobre se ha empobrecido tanto como España en los últimos años. De hecho, España es el país europeo donde en mayor porcentaje ha aumentado la desigualdad, según la evolución de nuestro índice de Gini en comparación con el resto, entre el año 2008 y el 2012.
Con todo ello, no es extraño que el director de Intermón Oxfam haya señalado que en España “las decisiones políticas están secuestradas por las élites y los poderes económicos”, y que “las grandes empresas no pagan impuestos, sólo las pagan las pymes y los particulares”. Es por ello por lo que la destrucción brutal de nuestro Estado de Bienestar es el eje principal de la acción de gobierno de las élites extractivas, políticas y económicas, que dirigen nuestro país. En definitiva, lo que está ocurriendo en nuestro país es el desarrollo de una violencia estructural, una violencia ejercida por las élites extractivas españolas y que a pesar de ser silenciosa es con frecuencia letal. ¿O es que acaso alguien puede afirmar que los hachazos propiciados a nuestro sistema sanitario, que el copago farmacéutico, etc no han tenido efectos sobre la salud de los españoles, efectos sobre su esperanza de vida? De hecho, según la memoria del Consejo Económico y Social, la esperanza de vida de los españoles ha disminuido por primera vez en nuestra Historia. Los datos, la realidad, son siempre tozudos.
Otros ejemplos de violencia estructural es el aumento de las enfermedades mentales como consecuencia del aumento del paro y del temor a quedarse sin empleo, la reducción de becas y la quiebra de la igualdad de oportunidades, o los recortes a la dependencia. Y así podríamos seguir “ad nauseam”. La cuestión es; ¿podremos resistir y derrotar los españoles esta violencia estructural que ejercen nuestras élites? Estoy convencido de que no sólo podemos; es que debemos. Por nuestros padres. Y sobre todo por nuestros hijos.