Casimiro López. Obispo de la Diócesis Segorbe-Castellón.
El papa Francisco nos llama a todos los cristianos a ser discípulos misioneros para hacer de nuestras parroquias comunidades de discípulos misioneros y de nuestra iglesia diocesana una Iglesia 'en salida, que lleve a todos la alegría del Evangelio. Porque a todos están destinados el amor y la misericordia de Dios, ofrecidos en su Hijo Jesús, muerto y resucitado para que el mundo tenga Vida en abundancia. Esta invitación del Papa vale también para los niños y las niñas, llamados a ser discípulos misioneros Así no lo recuerda la Jornada de la Infancia Misionera, que celebramos este domingo, 25 de enero, y esto celebraremos también en el Encuentro diocesano de Infancia Misionera, el sábado, 31, en el Seminario Mater Dei.
La Obra de la Infancia Misionera nació para que los niños cristianos pudieran ayudar a los niños de los países de misión. Fue puesta en marcha en 1843 por el obispo francés Forbin-Janson. Movido por las noticias de misioneros sobre la difícil situación de los niños en el continente asiático y, sobre todo, en China pensó que los niños podían ayudar a los niños de los países de misión. Les propuso un reto: “Podéis ayudarme a salvar a los niños de China rezando un avemaría cada noche y ofreciendo por ellos una limosna”. De este modo comenzó esta singladura que, en 1950, Pío XII instituyó como Domingo Mundial de la Infancia Misionera. De esta forma tan fácil, los niños se convierten en ‘pequeños misioneros’. Sí, también los niños son y pueden ser misioneros. Esta es la razón honda y la propuesta educativa de Infancia Misionera: dar al niño o la niña el protagonismo misionero que le corresponde por razón de su bautismo. Los niños y las niñas de Infancia Misionera escuchan, contemplan, preguntan, rezan y entregan su ofrenda con amor. No importa la cantidad, sino el amor con que lo ofrecen.
La Infancia Misionera es muy actual y está muy viva entre nosotros. Así nos lo muestra año tras año el gran número de niños y niñas de nuestra Diócesis que participan con gran alegría en el encuentro diocesano. Los niños que han tenido la dicha y la experiencia de encontrarse con Jesús y seguirle, se lo dicen a los demás y se lo muestran con generosas obras de solidaridad y de fraternidad.
El lema de este año es ‘Yo soy uno de ellos’. La principal enseñanza de Jesús es desvelarnos que todos somos hijos de Dios y que no hay lugar para la acepción de personas. A Él le debemos el don de la vida, y todos estamos llamados a la felicidad eterna. Con este lema se pretende inculcar a los niños que no hay distinción entre unos y otros, y que, por tanto, no puede haber discriminación entre ellos en el mundo. Quienes por la fe y el bautismo se han incorporado a la Iglesia tienen el deber de decírselo a quien aún no lo sabe. El que así lo hace se convierte en un ‘pequeño misionero’.
Lo primero es reconocer que en los planes de Dios no hay acepción de personas. Todos somos hijos de un mismo Padre Dios y todos estamos llamados a la felicidad eterna. Los que conocemos a Jesús tenemos el deber de llevar a otros esta buena noticia y de ayudarles con nuestros bienes, como los misioneros. Así, los niños van experimentando que el amor a los demás no es solo dar limosna, sino que lo primero y principal es aceptarles, reconociéndoles como hermanos y reconociendo que también “yo soy uno de ellos”.
Queridos niños de Infancia Misionera: ¡Continuad así! ¡Os esperamos en el Encuentro del sábado próximo! ¡No perdáis vuestro espíritu misionero! Los adultos os apoyamos con nuestra oración, con nuestro aliento y con nuestra generosa aportación económica.