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domingo, 24 de noviembre de 2024 | Última actualización: 14:11

La clase de Religión: un bien para todos

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Casimiro López. Obispo de Segorbe-Castellón.

Un año más dirijo a todos vosotros y, en especial a los padres y madres, para recordaros la importancia que tiene la asignatura de Religión y Moral católica en la formación de los niños, adolescentes y jóvenes.

La formación religiosa católica en la escuela no es un privilegio ni es un añadido artificial a la formación humana, cultural y técnica, como afirman algunos. La enseñanza religiosa es fundamental en la formación integral de los alumnos para lograr el pleno desarrollo de su personalidad, del que no se puede excluir la dimensión trascendente y religiosa connatural a toda persona. Al proyectar su luz sobre todas las áreas del pensamiento, la asignatura de Religión católica da unidad a todo el desarrollo y maduración de la persona desde la libre adhesión a la Palabra de Dios.

Además es fuente de valores, ayuda a dar sentido a la propia existencia, y promueve el diálogo con la cultura y la convivencia fundada en el reconocimiento de los derechos y deberes de la persona, en el respeto a las convicciones morales y religiosas del prójimo y en el servicio a la causa de la justicia. La convivencia entre los hombres sólo se realiza si se basa en la verdad y en una correcta comprensión de la persona humana.

A este fin contribuye la clase de Religión católica al proponer un modelo antropológico acorde con la naturaleza y la dignidad del ser humano. Finalmente, la clase de Religión ayuda a conocer y comprender la propia cultura: las fiestas religiosas y patronales, las templos y catedrales, el arte y la literatura de nuestro país...; tantas y tantas expresiones culturales, artísticas y sociales, presentes en nuestra vida cotidiana, no pueden ser entendidas y valoradas adecuadamente sin tener en cuenta sus raíces y contenidos cristianos.

Los alumnos adquieren así en la escuela una formación académica complementaria a la educación en la fe en Jesucristo, que reciben en la familia y en la Iglesia. Los tres ámbitos son necesarios pues tienen objetivos, contenidos y medios  distintos; de ninguno de ellos se puede prescindir en el proceso de formación y de iniciación en la fe y vida cristiana.

En breve se abrirá el periodo de inscripción de los alumnos para el próximo curso escolar. Os recuerdo a los padres católicos que sois vosotros quienes habéis de pedir expresamente la inscripción de vuestros hijos a la asignatura de Religión y Moral católica y, en su caso, animar a vuestros hijos a hacerlo. Es vuestro derecho y además vuestra responsabilidad como padres católicos: sois los primeros educadores de vuestros hijos y los primeros responsables de su educación, también de su educación en la fe; éste fue vuestro compromiso el día de su bautismo.

Os animo, por tanto, a solicitar la clase de Religión y Moral católica para vuestros hijos, y a animar a otros padres a hacerlo. Pedidlo expresamente si no se os ofrece en el colegio o instituto a la hora de la inscripción. Es muy importante para vuestros hijos y vuestras familias, para el presente y el futuro de nuestra Iglesia diocesana así como de nuestra sociedad, que elijáis esta asignatura para vuestros hijos, reclamándola por todos los medios legales. Al hacerlo, los padres y los alumnos tenéis derecho también a ser respetados en este ideario, no sólo en la clase de Religión sino en todas las demás clases, velando para que no se diga nada que menosprecie vuestra elección ni se enseñe nada que pueda herir la sensibilidad católica del vuestros hijos.

Si tenéis dudas sobre esta cuestión, sabed que están a vuestra disposición vuestros sacerdotes y la Delegación diocesana de Enseñanza. Os recuerdo también que la participación en la catequesis parroquial nunca ha de ser excusa para dejar de solicitar la asignatura de Religión en la escuela.

Finalmente recuerdo a todos que, si bien los padres son los primeros responsables de la educación religiosa de sus hijos, toda la comunidad cristiana es también responsable; no le puede ser indiferente que sus miembros más jóvenes vayan o no a clase de Religión. Todos -sacerdotes, seglares, religiosos, catequistas, etc.- hemos de valorar la clase de Religión y animar a los padres católicos a pedirla para sus hijos.