Casimiro López. Obispo de la Diócesis Segorbe-Castellón.
El Adviento es tiempo de preparación para la Navidad. ¿Cómo hacerlo en estos tiempos de crisis económica y espiritual? Convirtiéndonos de verdad a Dios, para que se avive nuestra fe en Dios y nuestra solidaridad y generosidad con el hermano.
No podemos olvidar que en Navidad celebramos el nacimiento del Hijo de Dios. En Belén, Dios muestra su entrañable humanidad y su solidaridad con el hombre. El Niño, que nace en Belén, es el ‘Emmanuel’, el ‘Dios con nosotros’. En este Niño se manifiesta el Amor de Dios, que se ofrece a todo hombre. Dios ama tanto al ser humano, que no tiene a menos hacerse uno de los nuestros para abrirnos el camino para ser sus hijos y, en él, hermanos de todos los hombres; en Belén, Dios nos abre el camino al amor fraterno y solidario.
“Gloria a Dios en las alturas y en la tierra al hombre paz”, cantamos en Navidad. San Ireneo decía que “la gloria de Dios es que el hombre viva”. La gloria de Dios no es algo que nos aleje de Él, sino algo que nos acerca a Él. La gloria de Dios es el resplandor de su amor. De este amor divino nace el hombre. Dios ama al ser humano y se goza con sus hijos, los hombres. A Dios le glorifica que el hombre viva. Dios ama y crea al hombre para que llegue a su plenitud. El verdadero amor consiste en buscar el bien del amado. La gloria de Dios se manifiesta en el esplendor de sus criaturas. Por así decirlo, la gloria de Dios crece en la medida en que se acoge y crece la vida del hombre. La gloria de Dios dignifica al hombre, y la gloria del hombre engrandece la gloria de Dios. Dios quiere que el hombre viva, porque El es Amor y Vida.
En Navidad, Dios viene para que todo ser humano tenga vida. La razón última de este misterio es el gran amor de Dios. Jesús nace para que para que nos sintamos amados por Dios, para que tengamos vida y nos abramos a la esperanza. Jesús viene para curar e iluminar, para levantar y liberar, para perdonar y salvar. Jesús es el Dios que salva, ama y da vida. La vida que Dios quiere para el hombre es la vida en plenitud. Esta vida empieza por la vida natural: Jesús también cura a los enfermos, alimenta a los hambrientos y resucita a los muertos; esta vida sigue con la vida de comunión y del perdón, de la caridad fraterna y solidaria, de la paz y la justicia; esta vida se consuma en la eternidad gloriosa de Dios.
Prepararse para la Navidad es acoger a Dios y, a la vez e inseparablemente, a los hombres; es trabajar para que todo hombre pueda vivir con dignidad. Prepararse a la Navidad es comprometerse con la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural; es extender la mano para levantar al caído; es acoger al que sufre soledad, pobreza, paro o marginación; es enfrentarse a la mentira que degrada y destruye; es rescatar al esclavo de sus vicios. Preparar la Navidad es saber dar a alguien razones para vivir y para la esperanza, es amar desinteresadamente para que haya amor.
Son muchas familias las que a causa de la crisis económica están pasando verdadera necesidad, material y espiritual. Para ayudarles, nuestra Cáritas diocesana ha lanzado por quinto año consecutivo la colecta extraordinaria de Navidad: “Ante la crisis:¡¡¡Ayudémonos!!!”. De nuestra generosidad depende que Cáritas pueda atender a los más desfavorecidos. Así daremos gloria a Dios, celebraremos una cristiana Navidad.