José Luis Serrano/Castellón Información
El norte de la provincia de Castellón y su confluencia, con las provincias de Teruel y Tarragona, es una de las zonas en las que se produce una mayor concentración europea y quizás mundial, de olivos milenarios e incluso bimilenarios. Un hecho sin precedentes que confiere al aceite de esa procedencia unas características propiedades que lo hacen único en el mundo. Una circunstancia que debemos y estamos intentando aprovechar desde el punto de vista del turismo gastronómico en los últimos años, de la mano de la Diputación de Castellón y la Agencia Valenciana de Turismo.
Pero hagamos un poco de historia.
El aceite de oliva y los olivos tienen también un origen milenario. El acebuche, que es el olivo silvestre, apareció en la cuenca mediterránea seguramente hace más de medio millón de años procedente del oeste de África, aprovechando los climas cálidos necesarios para su crecimiento que le brindaban las riberas de Mediterráneo y la labor de los agricultores hizo que mejoraran las características del aceite extraído de los frutos del acebuche silvestre, convertido ya en el olivo gracias a la intervención del hombre.
Las primeras referencias al aceite las encontramos en documentos del Antiguo Egipto y en representaciones en los sarcófagos de algunos faraones. Y también se sitúan en Egipto las primeras grandes plantaciones de olivos. Aunque en Egipto, el aceite de oliva competía con aceites de otras procedencias de origen vegetal.
También Anatolia y Grecia conocieron muy pronto el cultivo del olivo y le dieron una mayor importancia a su uso, de forma que difundieron su utilización para cuestiones gastronómicas a todo su territorio y también en todas las colonias, llegando de esta forma a la Península Ibérica y desde luego, fruto de su contacto con los etruscos, también a Italia. Todo esto ocurriría en una época aproximada al siglo VI antes de Cristo.
Olivos bimilenarios en Castellón
Y los olivos llegaron a tierras del Mediterráneo que hoy ocupa a provincia de Castellón. Y aquí echaron raíces y aquí los antiguos habitantes de estos duros parajes de las comarcas del norte de la provincia trabajaron con denuedo y consiguieron mejorar las características de los acebuches vírgenes para convertirlos en fuertes y duros olivos que soportaron el paso del tiempo y de los acontecimientos durante siglos, tantos que llegaron hasta el tercer milenio recién estrenado para seguir regalando ese dorado elixir que es el aceite de una resistente variedad, la ‘Farga’, que continúa en las mesas de medio mundo.
Porque de estas tierras, el aceite hace cerca de dos milenios salía en ánforas para distintos destinos más allá del Mediterráneo que entonces era el Mare Nostrum y tras el cual ni siquiera el héroe Hércules se atrevía a viajar. Luego, mucho después, vendría el Descubrimiento, y el aceite de estos olivos viajó al Nuevo Mundo y quizás, dentro de algunos años, no demasiados, este mismo aceite, haga viajes interplanetarios. ¿Por qué no? Si ha resistido tanto…
Iciar Bollain, una genial directora de nuestro mejor cine, hace muy pos años, tomó uno de estos árboles milenarios, hechos auténticos monumentos vivientes, porque están vivos y bien que lo muestran año tras año, para convertirlo en protagonista de una historia realmente hermosa. Su título lo dice todo. ‘El olivo’.
Un olivo plantado en la finca de nombre ‘Pleserems’ en la localidad castellonense de Canet lo Roig, un pueblo que tiene mas olivos milenarios (1.115) que habitantes censados (760), entre los que se encuentra el orgulloso propietario del árbol protagonista de la película, Vicente Capafons, que tiene otros tres olivos milenarios en su finca. Un olivo que tiene nada menos que 9 metros de diámetros, cuando las características que ha de tener un olivo para considerarse milenario es que tenga, al menos, 3,5 metros de diámetro. En la comarca del Baix Maestrat hay más de 4.100 olivos considerados ‘milenarios’ por tener estas características mínimas.
Es solamente un ejemplo, importante, porque que un olivo se convierta en protagonista de una película, lo és, pero que demuestra por el dato que les proporcionamos, la trascendencia que en la provincia de Castellón tiene la existencia de ese tesoro que son los más de cuatro mil olivos milenarios en una zona del Baix Maestrat que comprende municipios como Canet lo Roig, La Jana o Traiguera, que se ha puesto en valor con la puesta en marcha de una Ruta Interpretativa de los Olivos Milenarios y que se completa con la visita al Real Santuario de la Font de la Salut en Traiguera y con una comida en la Casa dels Capellans.
En otras poblaciones de la provincia también existen conjuntos de olivos milenarios, como es el caso de la Salzadella, Sant Mateu, Xert, Benicarló, San Jorge, Cervera del Maestre, Calig (todas ellas en el Baix Maestrat), Tirig (Alt Maestrat), Villafamés, Benlloch, Cabanes, la Pobla Tornesa (Plana Alta), Altura y Segorbe (Alto Palancia).
Numerosas poblaciones de la provincia de Castellón producen, prensan, embotellan y comercializan estos extraordinarios aceites de oliva procedentes de los olivos milenarios que se pueden adquirir directamente en las almazaras que, además, se pueden visitar en excursiones que combinan lo cultural y lo gastronómico en perfecta simbiosis, aprovechando, las magníficas comunicaciones entre todas estas poblaciones.
¡No se arrepentirán!