Alejandro Moreno. Psicólogo. Educador. Cooperador Internacional.
En estos días estamos viendo cómo algunas personas de nuestras ciudades en Vila-real, en Castellón y en otras ciudades españolas están generando un estado de opinión sobre lo que hay que hacer para luchar contra el calvario que está padeciendo la gente que sufre la guerra en sus ciudades y en sus casas, si esa guerra que no conocemos pero que siempre vemos en la televisión, ayer, hoy y mañana seguramente las noticias de Alepo, al este de Siria en donde se libran cruentos combates y en donde se bombardean todos los rincones posibles en una guerra fratricida que se libra en territorio Sirio.
Escuchamos que hay diferentes bandos, los del gobierno Sirio y el supuesto apoyo Ruso al gobierno, los de los ‘rebeldes’ Sirios y el supuesto apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea. Y el del terrorismo islámico del ISIS o el DAESH. El llamado Estado Islámico contra el que todos luchan pero siempre esta ahí, armado hasta los dientes y haciendo daño a la población indefensa.
Yo siempre he tenido muchas preguntas al respecto. Sobre todo aquella que nos hacemos sobre ¿de dónde salen todas las armas, municiones y maquinaria de guerra en todos esos frentes? Sobre todo del Estado Islámico y de los ‘rebeldes’. Lo único que tengo claro es que al pueblo Sirio y a otros tantos pueblos, los han metido en una guerra que ni buscaron, ni defienden. Simplemente están en medio de la masacre y el bombardeo ininterrumpido.
Todo esto genera los conocidos ‘daños colaterales’, las personas que ven destruidas sus casa y derrumbados sus hogares y buscan cualquier rincón de paz y de refugio. Refugio que es negado por quienes son parte del problema causado, porque se venden armas y se alimenta la guerra por conveniencias sobre la lucha por los recursos naturales conocidos como Gas y petróleo, porque se vislumbran posibles negocios para la reconstrucción de lo destruido. Negocio redondo para los magnates del petróleo, del gas, de las constructoras de todo el poder económico.
Esos daños colaterales se llaman refugiados: hombres, mujeres, niños y niñas que deambulan por el mundo en busca de refugio, en búsqueda de paz y seguridad para ellos y sus familiares. Y se encuentran con barreras establecidas por aquellos quienes en el papel defienden los derechos humanos, pero en la práctica política toman decisiones contrarias a la seguridad de las personas y contra sus derechos humanos.
En contra de toda esta barbarie hay personas voluntarias y solidarias que se juegan su tiempo en aras del humanitarismo internacional. Ayudando, compartiendo sus conocimientos y sus recursos, sus capacidades para brindar un soporte ante tanta violencia e inhumanidad. Sus testimonios son muy claros: Cuentan que hay familias enteras, con hijos menores de edad, con bebes incluidos, que pasan la noche en la calle porque las administraciones de la Unión Europea no les dan respuesta inmediata, creyendo que si la gente les ve dormir en la calle encontraran respuesta a su necesidad de cobijo, de posada, de cama caliente y comida, pensando que esto aunque no sea bueno, es mejor que pasar bajo las bombas. Pero se encuentran a las puertas de oficinas de migración en Atenas, pais Europeo, sin que ningún funcionario se dignase a ofrecer ayuda al refugiado. Al parecer la sociedad sus instituciones y mucha gente, estamos insensibilizados por esta tragedia, nos repetimos hay pobre gente, pero como están lejos qué podemos hacer. Al parecer no depende de nosotros, no depende de mí.
La gente comprometida se cuestiona lo que pasa y muchos sentimos Impotencia y rabia, y nos preguntamos como una amiga mía, Merçe Vilalta, que apoya la causa de los refugiados en Grecia: ¿Qué nos pasa? Qué le pasa a este mundo?
Luchar y crear alternativas, luchar y buscar respuestas es lo que nos motiva y nos mueve a todo el mundo. Hay gente que lo hace y lo estamos haciendo, somos todos unidos que podemos lograr que este mundo cambie, que este mundo pare su maldad y su guerra.
No comamos más balas ni durmamos en tanques, como bien dijera el señor Rufián, Diputado Catalán en el congreso español, ante la negativa de la ministra Cospedal de reducir el gasto militar.
Yo como Merçe quien dice que no le digamos que es valiente, que no le demos las gracias por lo que hace, también pienso que debemos levantarnos de nuestra silla y salir a la calle, a implicarnos junto con otra gente que ya está implicada. En Castellón ciudad y provincia estamos varias compañeras y compañeros, varias personas pidiendo que abran las fronteras, estamos en ‘Obrim Fronteres Castelló’, trabajando también por que se busquen vías seguras que garanticen la integridad física de esas personas que huyen de la maldita guerra impuesta por intereses económicos de las grandes potencias y el capital mundial.
Buscando que las instituciones municipales de toda la provincia de Castellón conviertan un propósito en realidad, ser verdaderas ciudades de Acogida no solo en declaraciones institucionales de sus ayuntamientos. Por eso debemos dejar de mirar y actuar porque si no, se cumplirá aquello que Merçe dice: “aquest món se’n va a la merda, i totes nosaltres amb ell”.