Antonia García Valls. Portavoz del PSPV en el Ayuntamiento de la Vall d'Uixó.
Ante el cambio de ciclo político que se prevé el próximo mes de mayo, se están produciendo unas actitudes que, aunque no son nuevas, si que están más exageradas, si cabe.
Nos encontramos ante un PP demasiado preocupado por ver qué hará el día después, que por encontrar soluciones a los problemas de la ciudadanía que son muchos. No el PP en sí, sino sus representantes, que en los últimos tiempos siempre encontraban un “hueco” en el que “colocarse”. Seguramente a partir del mes de mayo lo van a tener más complicado.
Y quizás esa preocupación es la que hace que tengamos que escuchar manifestaciones en el sentido de culpar “a los demás” de las consecuencias de sus propias decisiones.
Han aprendido bien la lección de Bonig en el PP local, siempre menospreciando a los funcionarios públicos y por ende, a los servicios públicos. Ya he manifestado, en más de una ocasión, que esto resulta, cuanto menos, curioso (por calificarlo de alguna manera), puesto que ella sólo ha trabajado en la administración pública, eso sí, sin haber aprobado nunca una oposición. Quizás eso es lo que le hace tener esa “rabia” en contra de los funcionarios públicos; ella quería serlo y no lo consiguió…
Sus lecciones las aprendieron bien sus “alumnos políticos” en La Vall, y ahora resulta que todos los problemas con la empresa concesionaria de la recogida de basuras y de limpieza viaria, son culpa de los funcionarios, de los trabajadores municipales. Manifestado en el pleno del mes de enero, aunque no era la primera vez que se les escuchaban afirmaciones en esa línea.
La culpa fue del cha, cha, cha… le diría yo al PP. Parece mentira que tengamos que escuchar “sandeces” de ese calibre.
Todo el mundo sabe que el político es el que tiene siempre la última palabra, la decisión definitiva. Y así ha sido en la Vall. El Sr. Clavell, obviando los informes de los técnicos municipales que eran contrarios a ello, pagó a la empresa concesionaria de la recogida de basuras y de limpieza viaria unas cantidades de dinero cuando no se había acreditado la prestación de los servicios por los que pretendía cobrar. Y fue él, por su cuenta y riesgo, el que decidió pagar en contra de todo y de todos.
Y ahora, ante la realidad, la “cruda” realidad que tiene enfrente y que no puede cambiarse, ya lo dice el maestro Serrat, “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”, adopta la actitud cobarde, muy cobarde de decir que la culpa fue de los funcionarios.
Y no queremos gobernantes cobardes, queremos gobernantes valientes, responsables, honrados y con ganas de trabajar por y para su ciudad, por eso ese cambio que se anticipa es el que hará que la Vall despierte de una vez, después de 8 años de gobierno municipal más preocupado en los intereses particulares (lo hemos visto y vivido de forma muy clara) que en dar respuesta a lo que la ciudadanía vallera y la misma ciudad demandaba.






























